15/05/2025
01:18 PM

'En mi sangre siempre corría la docencia”

Nunca desmayó para lograr su sueño. A sus 57 años retomó el objetivo y hoy sus días son felices dando clases a los niños de prebásica de la escuela Carlos Rivera Ramos en el sector Rivera Hernández.

    Nunca desmayó para lograr su sueño. A sus 57 años retomó el objetivo y hoy sus días son felices dando clases a los niños de prebásica de la escuela Carlos Rivera Ramos en el sector Rivera Hernández.

    Hoy que se celebra en el país a los mentores su día, Lidia Orellana, cree que la mejor forma de festejarlo es compartir y enseñando a los alumnos en las aulas, ésa es una de las cualidades por la cual fue electa como maestra del año en ese nivel educativo en el departamento de Cortés, por su amor y entrega a la docencia.

    Junto a ella fueron electos también la maestra Nora Recarte del colegio 1 de Mayo, Rosa Votto del centro educativo Fraternidad del municipio de Villanueva y al maestro jubilado René Ramírez.

    Vocación y preparación

    Orellana tiene 15 años de impartir clases. Antes de estudiar la carrera brindó durante 10 años enseñanzas a estudiantes en el centro Primero de Febrero del sector Satélite, como maestra municipal.

    Ella egresó de secundaria como perito mercantil, sus padres no pudieron pagarle los estudios de magisterio porque las escuelas normales quedaban fuera de San Pedro Sula.

    Por ello después de laborar durante años como administradora de colegios y terminar de educar a sus tres hijos continuó su verdadero sueño.

    A los 57 años empezó a cursar los fines de semana magisterio en la Escuela Normal de Tela, para lo cual viajó durante dos años desde esta ciudad.

    “Yo quería ser una educadora profesional, y quise terminar mis últimos años como maestra. A los 59 años me gradué y continué estudiando en la Universidad Pedagógica. En febrero de este año obtuve mi licenciatura en Educación Básica. En mi sangre siempre corría la docencia”, confiesa. La admirable docente es querida por los padres de familia de los niños que cursan su pre-básica en ese centro educativo.

    Desde hace cinco años, Orellana es la directora de ese nivel y también imparte clases. En el concurso que participó para obtener ese puesto, tuvo una calificación de 98.80%. Ella dice que su motivo para prepararse fue también poder brindar una educación de calidad. “Yo me siento alegre y orgullosa de que ella sea la maestra de mi hijo, él ha aprendido mucho”, dijo Regina Bonilla, madre de familia.


    Amor por los alumnos

    Su mayor satisfacción es que los niños aprendan en el aula, poderlos comprender y transmitirles amor.

    “Mi satisfacción es que lleguen bien preparados al nivel primario. Les inculco respeto, los valores morales, la responsabilidad y sociabilidad. También poderlos comprender porque vienen muchos alumnos de padres desintegrados, siempre hay que estar atentos y tenerles amor”, detalló.

    Orellana señala que se considera diferente al resto de docentes que abandonan las aulas constantemente.

    “Yo siempre estoy haciendo mi trabajo, de eso son testigos los padres de familia. La vocación de ser maestra la tengo en el corazón”, puntualizó la mujer que ahora tiene 63 años.