La historia de El Progreso es un hilo de eventos llenos de esfuerzo y sudor, trabajo y deseo de superación. Comenzó con el jefe indígena Canaán en las orillas del río Pelo y los grandes diques que ordenó construir para defenderse de las embravecidas corrientes.
Un buen indicio para convencerse de por qué ahora El Progreso se ha convertido en la tercera o cuarta ciudad en importancia económica del país.
En las primeras décadas del siglo XIX llegaron los primeros pobladores ladinos de El Negrito y Olancho a las márgenes del río Pelo.
Sin lugar a dudas, la llegada del cónsul inglés Guillermo Bain en 1884 marca el comienzo del boom económico de la ciudad. Con él llegaron aserraderos de madera, tiendas, comercios y nuevos vecinos.
Las maquilas y fábricas agroindustriales generan miles de fuentes de trabajo y han hecho que el municipio evolucione.
La que antes era una ciudad de paso para los veraneantes en su camino a las playas es ahora una ciudad de “redestino”, donde los turistas prefieren tomar un respiro y permanecer un par de noches aprovechando los bajos precios en hoteles, restaurantes y tiendas.
Gracias a los esfuerzos de sus habitantes y dirigentes, la ciudad luce limpia y adornada con muchas estatuas, parques y murales.
Algo poco común, desafortunadamente, en el resto del país. Y algo que se puede replicar con facilidad.
El Progreso es ahora una ciudad pujante y distinta. El próximo miércoles 19 celebrará un aniversario más de su fundación.
Habrá desfiles, conciertos y varias actividades culturales relacionadas con la historia del municipio.
Es un buen pretexto para conocer una ciudad bonita.