Ha tardado más de un siglo en consolidarse, y aún le queda un largo camino por recorrer. Desde que el británico William Friese-Greene presentara sus primeras técnicas en 3D a finales del siglo XIX hasta el hito histórico que ha supuesto el estreno de “Avatar” de James Cameron, esta tecnología ha intentado ofrecer la versión más real del cine. Ahora está a punto de lograrlo gracias a la apuesta común de la industria cinematográfica y el sector tecnológico.
Lo complejo de su tecnología y la llegada de la televisión a mediados del siglo XX han sido algunas de las trabas que se ha encontrado en el camino, aunque también ha tenido aliados. Los cines IMAX llevan 30 años apostando con éxito por el formato.
Desembarco en Cannes
“Up”, la gran apuesta del combo formado por Disney y Pixar, se estrenó en el Festival de cine de Cannes y revolucionó al público y a la crítica especializada con sus proyecciones masivas y las gafas polarizas imprescindibles para su visualización.
La cinta de animación se ha convertido en una de las más vistas de 2009. Más de 723 millones de dólares recaudados en todo el mundo así lo avalan.
La cifra parece deslucirse en comparación con los récords que ya establece James Cameron y su “Avatar”, que se convirtió en la película más taquillera de la historia del cine al superar los 1,842 millones de dólares de “Titanic”.
Las elevadas recaudaciones de “Avatar” demuestran que el público se siente atraído por esta tecnología, y que está dispuesto a pagar varios dólares de más por su entrada para disfrutar de la experiencia en tres dimensiones. Un hecho de lo que ya se percata la industria del entretenimiento desde hace tiempo.
La banda irlandesa U2 estrenó a finales de 2008 “U23D”, película rodada en tres dimensiones que recoge imágenes tomadas en México, Chile, Brasil y Argentina y con la que sus seguidores pudieron vivir de nuevo la gira “Vértigo” como si estuvieran en el estadio, grabado con el sonido multi-canal surround.
Revolución
A lo largo de 2010 empezarán a comercializarse en grandes superficies pantallas planas de televisión adaptadas para la emisión en 3D.
Los principales fabricantes de la industria ya presentaron sus propuestas en la feria Consumer Electronics Show, CES, de Las Vegas.
Para su correcta visualización es también necesario el uso de las gafas polarizadas similares a las que se distribuyen en las salas de cine.
De momento, el desembarco de esta nueva tecnología en los hogares no será inmediato ni sencillo. La edición británica de “Wired”, una de las más relevantes publicaciones dedicadas a la electrónica, destaca cuatro grandes inconvenientes para esta conquista.
La visualización de una película en 3D puede provocar dolor de cabeza y provocar cansancio debido al elevado esfuerzo sensorial que exige, advierte. Además, la génesis de este nuevo mercado no va a estar exenta de confusión.
Tal y como ocurrió con el DVD y el Blu-ray la coexistencia de formatos y tecnologías distintas, algunas compatibles entre sí y otras no, obligarán al sector a una enorme competencia.
La revista también duda que el uso diario de gafas sea algo a lo que se vaya a acostumbrar fácilmente el usuario, sin contar el gasto extra que supone cada par de gafas -162 dólares-, que se suma a los más de 1,500 dólares que se estima que puede situarse el coste mínimo de un monitor de estas características.
Para quien también va a suponer un coste adicional el viraje al 3D es para los productores. Hasta un 15 por ciento más puede elevarse el presupuesto con respecto a una película normal. Los exhibidores se verán obligados a adaptar sus salas a costa de una inversión millonaria.
A este respecto, la Federación Española de Cines, Fece, recordaba recientemente que son 141,000 dólares los que se deben invertir en cada sala, en un mercado de más de 4,000. El 3D ha llegado al sector y es ahora el sector el que tiene que apostar por lo que puede ser su esperanza futura.