Se reducen las detenciones de hondureños en frontera EEUU-México

Expertos coinciden en que esta disminución responde al retorno de políticas migratorias estrictas impulsadas por el presidente Donald Trump

  • Actualizado: 25 de julio de 2025 a las 00:00 -
Se reducen las detenciones de hondureños en frontera EEUU-México
Tegucigalpa.

En un contexto marcado por mayores restricciones en la frontera y medidas de control más severas, la migración irregular de hondureños hacia Estados Unidos ha registrado una caída histórica en los últimos años.

Aunque podría interpretarse como una mejora en las condiciones internas del país, expertos coinciden en que esta disminución responde, en realidad, al retorno de políticas migratorias estrictas impulsadas por el presidente Donald Trump, tras su regreso a la Casa Blanca.

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De acuerdo con cifras recientes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), las detenciones de ciudadanos hondureños han caído de manera drástica: pasaron de 213,023 en el año fiscal 2022 a solo 30,645 entre octubre de 2024 y junio de 2025.

Esto representa una reducción de más del 85 % en apenas tres años, una cifra sin precedentes en la última década.

En 2024 las detenciones se redujeron a 140,479 y en 2023 aún se mantenían altas, con 213,686, cifras similares a las de 2022.

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Los meses más recientes del 2025 son ilustrativos del cambio radical en los flujos migratorios, en junio apenas se registraron 384 detenciones de hondureños, en mayo fueron 452 y en abril solo 453.

Esto contrasta con los más de 24,000 encuentros mensuales que se reportaban en el mismo período de 2022.

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La diferencia no es solo cuantitativa, también es demográfica. La reducción ha sido notoria, especialmente entre adultos solos y grupos familiares, mientras que los menores no acompañados también muestran una disminución significativa, aunque menos marcada.

En 2022, más de 100,000 adultos hondureños que intentaron ingresar de manera irregular fueron detenidos por las autoridades estadounidenses.

Para este 2025, esa cifra ronda apenas los 15,000. Algo similar ocurre con los grupos familiares de casi 85,000 en 2022, se ha pasado a cerca de 13,000 este año.

Incluso los menores no acompañados, que sumaban cerca de 28,000 en 2022, apenas superan los 3,000 hasta junio de 2025.

La caída es uniforme en todos los grupos, lo que demuestra que las restricciones afectan por igual a quienes migran por separado, en familia o en condiciones de vulnerabilidad.

Dureza

El cambio no es espontáneo ni casual, obedece a una estrategia agresiva de control migratorio reinstaurada por Trump desde su retorno a la Casa Blanca.

Medidas como la reactivación del programa “Quédate en México” (Remain in Mexico), que obliga a los solicitantes de asilo a esperar su proceso fuera del territorio estadounidense, o la aplicación acelerada de expulsiones bajo el Título 42 y el Título 8, que limitan el acceso al debido proceso migratorio, han disuadido a miles de migrantes, especialmente centroamericanos, de emprender el viaje.

A estas acciones se suman los acuerdos de cooperación migratoria firmados con gobiernos de la región, como los llamados "tercer país seguro", que impiden a los migrantes solicitar asilo en Estados Unidos si no lo hicieron antes en otras naciones por las que transitaron.

El despliegue de tropas en la frontera, el uso de tecnología de vigilancia avanzada, la criminalización del cruce irregular y el cierre de rutas humanitarias también han sido clave en este nuevo endurecimiento migratorio.

La frontera sur estadounidense se ha convertido en un cerco casi infranqueable para la migración irregular, especialmente para quienes vienen del norte de Centroamérica.

En el caso específico de Honduras, estas cifras no implican necesariamente una reducción en el deseo o necesidad de migrar. De hecho, organizaciones humanitarias y defensores de derechos humanos coinciden en que la pobreza, la violencia, la falta de empleo y la corrupción continúan siendo factores estructurales que empujan a las personas a dejar el país.

Migración sin fin

Para la defensora de derechos humanos y experta en temas migratorios, Itsmania Platero, la reducción en las cifras de detenciones de hondureños en la frontera sur de Estados Unidos no puede interpretarse como una disminución real de la migración.

“Lo que redujo es el ‘brinquito’, como le decimos, el momento en que el migrante intenta cruzar el río o el muro. Eso es lo que ha bajado, pero la migración como fenómeno sigue”, asegura.

Según Platero, las estadísticas oficiales no muestran a quienes se han quedado atrapados en México, ni a los que se movilizan dentro del propio territorio hondureño huyendo de la violencia o la pobreza.

Platero advierte que la militarización de la frontera ha llegado a niveles extremos, atribuye gran parte del actual endurecimiento a la política impulsada por el presidente Trump, incluyendo la instalación de una enorme boya de contención en el río Bravo y el reforzamiento del muro fronterizo.

“Está militarizado completamente, hay reforzamiento de toda la franja, desde Florida hasta Texas”, dice la activista, que también subraya que si bien el muro está funcionando como una cárcel a cielo abierto, eso no significa que las causas que impulsan la migración hayan desaparecido.

Además del cerco físico, Platero resalta las nuevas leyes que criminalizan con más fuerza a quienes cruzan sin documentos.

Una de las más preocupantes, según explica, es la ley SB8 en Texas, que permite a las autoridades locales, incluidos los alcaides de prisión, denunciar a migrantes directamente al ICE.

“El gobernador dio potestad para que denuncien a los migrantes y los arresten donde vivan, donde alquilen. Ya se están haciendo redadas incluso en los lugares donde viven”, denuncia.

Estas medidas han generado un clima de persecución que afecta incluso a quienes ya llevan años residiendo en Estados Unidos.

En el contexto actual, la presión no solo está sobre quienes cruzan, sino también sobre quienes ya viven en el país sin un estatus legal definido.

Platero señala que los hondureños en EE. UU. enfrentan el dilema de legalizarse mediante propuestas como la llamada Ley Dignidad, que, si bien promete una vía hacia la ciudadanía, exige condiciones prácticamente imposibles para la mayoría: haber vivido más de tres décadas en el país, haber pagado todos los impuestos y cubrir fuertes multas.

Mejorar condiciones

Para Graco Pérez, experto en temas internacionales, la drástica reducción en las detenciones de migrantes hondureños en la frontera sur de Estados Unidos no es producto de una sola medida, sino el resultado de una política migratoria multicapas, desplegada a nivel continental.

“Todo empieza desde más al sur, con el freno en la selva del Darién, entre Panamá y Colombia. Esa ruta era una vía clave para miles de migrantes, y ahí mismo ya se les está bloqueando el paso”, asegura.

Estados Unidos, dice Pérez, ha extendido su frontera mucho más allá de su territorio, ejerciendo presión sobre países como México y Panamá para que se conviertan en contenedores de la migración.

Las políticas estadounidenses, reforzadas bajo la administración de Donald Trump, también han endurecido los procesos en los puntos de entrada.

“Aunque lleguen al territorio estadounidense, igual son deportados. El mensaje es claro, no serán admitidos”, explicó Pérez.

A esto se suman señales simbólicas de cierre, como la cancelación del Estatus de Protección Temporal (TPS) para algunos países, incluyendo Honduras.

Estas acciones, según Pérez, han impactado profundamente la percepción que tienen los migrantes potenciales, que Estados Unidos ya no es visto como un destino accesible.

La disminución de recursos para atención humanitaria, la falta de apoyo en tránsito y el incremento en los precios cobrados por los "coyotes" han hecho que migrar sea un lujo peligroso.

“Todo eso ha desestimulado las caravanas, que en su momento eran una forma de migrar en grupo, con cierta protección. Ahora eso ya casi no existe”, afirma Pérez.

A pesar de esta aparente contención, él advierte que las condiciones estructurales que obligan a migrar no han mejorado.

“Este descenso podría ser temporal. Si no cambian las condiciones de fondo, la presión migratoria volverá”, explica.

Pérez advierte que momentos de incertidumbre que vive el país, como elecciones sin credibilidad, pueden detonar nuevas oleadas migratorias, incluso bajo restricciones severas. “Aunque haya más riesgo y más control, la gente está dispuesta a intentarlo”, señala.

España ha emergido recientemente como una “válvula de escape”, una alternativa menos riesgosa para quienes ya no ven viable el cruce hacia Estados Unidos.

Sin embargo, Pérez aclara que incluso esta opción es limitada y también depende de ciclos políticos. “Muchos prefieren no gastar sus ahorros pagando a un coyote si igual pueden ser deportados. Optan por otros destinos, aunque eso tampoco garantiza nada a largo plazo”, explicó.

Pérez insiste en que la migración solo se puede contener de forma sostenible si se abordan las causas en los países de origen.

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