Están conectados. Las llamadas son constantes desde Estados Unidos a Honduras y El Salvador. Los miembros de la MS-13 y la pandilla 18 dan órdenes a sus integrantes que operan en ambos países para ejecutar hechos delictivos.
“Cuando se hacen las intercepciones telefónicas escuchamos que se dan las órdenes”, explicó David Morris, supervisor de la Unidad Nacional Antipandillas en Washington.
Tráfico de drogas, trata de personas, lavado de activos, secuestro, homicidios, extorsiones, violaciones y robos son parte de las actividades de los miembros de estos grupos para financiar sus operaciones.
Según las investigaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), se ha detectado que los envíos a los países centroamericanos oscilan entre cinco, 50 y hasta 100 dólares, hechos por medio de depósitos en agencias de envío de dinero.
La operación hormiga que las pandillas han copiado del negocio de la droga permite mandar dinero en pequeñas cantidades, que resulta difícil detectar. Estos pequeños montos van a los cabecillas en Honduras y El Salvador. Con esa modalidad, miles de dólares constantemente se trasladan a estos países.
“Esta es una organización transnacional, se comparten estrategias, se llaman por teléfono, hay un intercambio de las formas de operar. Muchos de ellos han sido deportados de Estados Unidos”, refirió Morris.
Escudo comunitario
Combatir el crecimiento y la proliferación de pandillas callejeras que cometen delitos transnacionales es uno de los objetivos de la operación Escudo Comunitario, que identifica a las pandillas callejeras mediante tareas de inteligencia sobre sus líderes, miembros, asociados, sus actividades delictivas y sus movimientos internos.
Esa iniciativa en Estados Unidos es coordinada por la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (Homeland Security Investigations) e involucra al ICE, que hace esfuerzos para combatir las maras y pandillas transnacionales que operan en América Latina.
“Analizamos las estructuras de la maras y pandillas dentro y fuera de Estados Unidos, las hemos identificado y nuestra labor no solamente es buscar encarcelarlas, buscamos sacarlas del medio.
Desde el 8 de agosto de 2010, por medio del ICE, hemos arrestado de 200 a 300 pandilleros que cometen actos violentos. Las investigaciones nos revelan que tienen ahora un enfoque diferente y que son parte del crimen organizado”, dijo Morris.
Los integrantes de estos grupos en Estados Unidos son jóvenes de diversos grupos étnicos que proliferan en Washington, Virginia, el condado de Arlington y Los Ángeles, California, donde es común encontrar mareros centroamericanos.
Jefes de policía en Los Ángeles, académicos, líderes comunitarios y altos funcionarios del Departamento de Estado y Departamento de Justicia, de Estados Unidos, coinciden en que las pandillas son una verdadera amenaza para la seguridad nacional de cualquier país, pero la gran diferencia entre Estados Unidos y naciones como Honduras, El Salvador y Guatemala es que en ese país estos grupos no tienen control de los lugares donde operan, mientras que en Honduras, por ejemplo, mandan y disponen a su antojo y nadie los denuncia porque no hay confianza y las autoridades policiales no acompañan a las comunidades.
Cese al fuego
Evitar choques directos de la Policía con los pandilleros y trabajar con la comunidad ha sido una estrategia exitosa para la Policía de Los Ángeles, que cambió su forma de actuar. Si antes su método era perseguir pandilleros, ahora establece alianzas con las comunidades en los sectores donde operan las pandillas por medio del programa Alianza de Comunidad para la Seguridad.
“La llegada de jóvenes centroamericanos provoca problemas. Ellos quieren imponer sus reglas, pero las acciones de la Policía en Los Ángeles neutralizan sus acciones. Reconocemos que debemos hacer un trabajo de campo con las comunidades para identificar a esos pandilleros”, explicó Robert Green, jefe de operaciones del Departamento de Policía.
El éxito de esa estrategia radica en el trabajo conjunto del Gobierno con la comunidad y la intervención, prevención y buena asignación de recursos, por ejemplo al Departamento de Policía de Los Ángeles, que recibe un presupuesto anual de mil millones de dólares, donde un policía gana mensualmente cuatro mil dólares (80 mil lempiras).
Replican modelo
Guillermo Céspedes, vicealcalde de Los Ángeles, informó que apoyan a Honduras y El Salvador en cuanto a las maras y desde hace un año han tenido reuniones con autoridades de estos países, a las que apoyan en las iniciativas para contrarrestar la violencia.
“La realidad de Centroamérica es muy distinta. Es un nivel de violencia mucho más alto, pero el punto de partida ha sido insistir en que nuestros colegas se enfoquen en la prevención.
El trabajo con la Policía de Centroamérica requiere desarrollarse mucho más y establecer equipos que se enfoquen en zonas específicas con medidas específicas.
Hasta ahora lo que hemos logrado es eso y algunos de los países están un poquito más avanzados para empezar a implementar una estrategia”, refirió el vicealcalde.
En Los Ángeles han logrado reducir los factores de riesgo de jóvenes en un 55%.
Nota: el Departamento de Estado invitó a la periodista a un tour de seguridad ciudadana en Washington y Los Ángeles.