No hay referencias precisas sobre los orígenes de la celebración a este santo, pero la tradición se aproxima a 1846, cuando llegan a la desembocadura del río Cangrejal los primeros inmigrantes españoles, de cuyos apellidos hoy solo se conocen Norquer, Artuche y Pallares.
A estos tres nativos de Madrid se les atribuye de ser los que indujeron la tradición de venerar a San Isidro en aquella aldea, ya poblada por campesinos provenientes de Olancho, quienes comenzaron a celebrar esta festividad que hoy trasciende fronteras.
Según datos del historiador ceibeño Antonio Canelas, fue el 21 de mayo de 1972 a las 2:00 pm que el desfile de carrozas y el Gran Carnaval empezaron a darle un nombre a La Ceiba. Ese fue el evento más organizado en todo el país y la región centroamericana, siendo este el mejor homenaje que la ciudad le ha hecho a su santo San Isidro.
El famoso Centro de La Ceiba, lugar donde se realiza el carnaval.
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La Ceiba a partir de esta fecha toma su título de ciudad alegre y hospitalaria y de Novia de Honduras. Desde sus inicios la belleza de sus mujeres le han dado un rostro más atractivo a este evento. Thelma Moradel fue la primera reina del Carnaval en ese entonces, pero antes Maine Margot ya estaba en los registros históricos de haber sido la primera reina de la Feria Isidra allá por el 30.
En uno de los parques, destaca La Ceiba.
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La vida nocturna ha ido decayendo con los años, por lo que los empresarios buscan reavivar la zona viva.
Las baleadas, ese bocadillo que reclama haber nacido aquí, es una curiosidad que atrae a muchos. La avenida Morazán, el Paseo de Los Ceibeños, el malecón y el muelle fiscal son sitios para disfrutar. La plaza municipal y el parque Swinford se imponen en el centro de la ciudad.
El rio Cangrejal, una de las joyas que conserva La Ceiba.
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