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Celebran 25 años del encuentro

  • 17 abril 2011 /

Desde hace 25 años, cientos de católicos de Taulabé se unen para el vía crucis.

    Desde hace 25 años, cientos de católicos de Taulabé y de la comunidad de Jaitique se unen en un evento religioso que desborda fe y devoción: el vía crucis del encuentro.

    Cada viernes de Dolores, antes de Semana Santa, las dos poblaciones celebran la mayor penitencia del año: caminan seis kilómetros cargando a la Virgen de Dolores y al Cristo Crucificado para que se encuentren en la comunidad de Las Flores.

    La caminata que año a año se desarrolla entre las dos comunidades del departamento de Comayagua es ya una tradición religiosa que ya cumple su primer cuarto de siglo.

    La peregrinación comienza en dos puntos. Por el lado de Taulabé, gran cantidad de católicos caminan con la imagen de Jesús en la cruz; mientras que en Jaitique salen con la imagen de la Virgen de Dolores acompañada por cientos de feligreses que van presenciar el encuentro de madre e hijo.

    Más devotos

    La caminata número 25 fue un éxito para los miles de católicos, ya que no se dieron inconvenientes, como desmayos, pese que el recorrido comprende seis kilómetros en carretera de tierra.

    Este año tampoco padecieron la polvareda de otros años debido a que la Municipalidad mandó a rociar la calle de tierra con una cisterna de agua en todo el recorrido del vía crucis. Los jóvenes voluntarios de la Casa de la Cultura con los socorristas de Cruz Roja se encargaron de estar pendientes de los miles de católicos a quienes dieron agua y asistencia.

    El sacerdote de Taulabé, Eduardo Méndez, dijo que cada año es mayor la multitud de personas que se suman al evento religioso. “Eso significa que cada vez aumenta la fe del cristiano.

    El sacrificio de recorrer este santo vía crucis representa el rostro de Jesús sacrificado”, dijo en tono cansado en la novena estación.

    La Virgen de Dolores es la patrona de Jaitique, un lugar histórico y de costumbres arraigadas. La iglesia de esta comunidad data de la época del padre Subirana, recordado como el gran misionero. Por ser pequeño este templo, la misa de la finalización se lleva a cabo en el atrio, donde se congregan más de diez mil personas.