Ever Rafael Quintero y sus dos amigos Yester Ismael Zelaya y Henry Ponce Reyes guardaban la esperanza de un retorno seguro a su casa en Gracias, Lempira.
La masacre de Tamaulipas los había hecho desistir de su viaje a EUA, pero tras abandonar la casa del migrante en Reynosa, donde estaban alojados, fueron secuestrados por los Zetas.
Apenas el pasado sábado hablaron con el equipo de LA PRENSA en Reynosa. Anhelaban retornar con los suyos, pero tres días después ya habían caído en manos del sanguinario grupo delictivo. Los muchachos no se cansaban de darle a gracias a Dios por haberlos librado de la espantosa masacre de Tamaulipas y relataban que lo único que deseaban era volver a su pueblo y continuar sus estudios.
“Nos caló la muerte de los paisanos. Lamentamos lo que aquí ocurre. A veces mueren muchos que las autoridades ni mencionan; esperamos que se haga algo. Si en Honduras hubiera trabajo, esto no estaría pasando”, manifestaba Ever Rafael.
Los jóvenes salieron hace un mes de Gracias, Lempira, deseando encontrar un empleo y ayudar a sus familias, pero la masacre los hizo detenerse para retornar al país.
Doña Blanca Martínez, madre de Rafael, relató ayer que recibieron una llamada de México de individuos que se identificaron como Zetas, quienes les pidieron 10,000 dólares para dejar en libertad a los tres muchachos. “Pude escuchar los gritos de los muchachos. Los estaban golpeando... el hombre me dijo que tenía que pagar o me mataban a mi muchacho”, contó, en medio del llanto, la desesperada madre. El mismo sujeto se comunicó con las otras familias exigiendo igual cantidad por la liberación de los jóvenes. La desesperación y la angustia aumentan cada segundo para las tres familias, que no tienen la posibilidad de conseguir los 10,000 dólares.
“Somos gente luchadora. Yo soy aseadora. Sólo trabajo para vivir y no sé qué hacer. Estoy desesperada. Por favor, ayúdenme”, clamaba la señora. El pasado lunes, los tres muchachos esperando que miembros de Derechos Humanos y de la Cruz Roja llegaran a la casa del migrante Nuestra Señora de Guadalupe en Reynosa para que arreglaran su regreso a Honduras. No llegaron y los muchachos tuvieron que abandonar la casa porque ya habían pasado los tres días que el albergue les permite a los indocumentados.
Secuestrados
Los tres jóvenes tuvieron que abandonar el refugio y se quedaron en la calle en compañia de otros migrantes, esperando que un milagro ocurriera o alguien les extendiera la mano.
Pero eso no pasó. En los alrededores de la casa del migrante hay vigilantes que, se presume, son compinches de los Zetas e informan quién entra o sale de la casa. Su misión es detectar ilegales a quienes asaltan o secuestran y de esa manera buscan a las familias para pedir el rescate, relataron a los enviados de LA PRENSA los propios indocumentados que se encontraban en el refugio.
Así fue como, luego de salir de la casa, Rafael, Yester y Henry cayeron en manos de los Zetas, que ahora negocian con sus vidas.
“Me pidieron 10,000 dólares y me advirtieron que era mejor que los consiguiera lo antes posible o no volvería a ver a mi hijo”, contó doña Blanca Martínez, mientras en su llanto pide con desesperación la ayuda de las autoridades hondureñas. Las tres familias se han unido en oraciones y esperan con fe un milagro para volver a ver a sus parientes.
Mujer y niña sobrevivieron
Una mujer embarazada y su hija sobrevivieron a la masacre de Tamaulipas, según el ecuatoriano que salvó su vida junto a un hondureño.
“Eran 76 y había una mujer embarazada como de nueve meses y con una niña, pero a ella no la mataron. No sé adónde se la llevaron; no la vi ahí”, afirmó Luis Freddy Lala Pomavilla.
El ecuatoriano no precisó la nacionalidad de las dos sobrevivientes. “Cuatro personas quedamos salvadas y de ahí, el resto, todos murieron”, dijo a la prensa oficial Lala Pomavilla, un indígena de 18 años. El joven relató que un amigo -refiriéndose al hondureño- le ayudó a desatarse y a huir del rancho. Con base en el testimonio del hondureño, en el grupo iban treinta connacionales más, por lo que las autoridades de la Cancillería hondureña dijeron que el total de víctimas del país sería de treinta. Fiscales y forenses viajarán a México para apoyar la identificación de cuerpos.