Las calles de San Pedro Sula se convierten en el centro de operaciones de las bandas del narcomenudeo. Las pugnas por territorio originadas en el 2010 dejaron 44 hombres, ocho mujeres y un menor muerto en 13 casos cuyo móvil fue ligado a pleitos por drogas.
Las acciones muestran el acelerado crecimiento del tráfico en la ciudad donde se registra además un incremento de mujeres involucradas en esta actividad.
En cada pasaje y cuadras de populosos barrios y colonias sampedranos se localizan los “picaderos” (puntos de venta) que se llenan de adictos. Ellos salen a las calles a robar para comprar la droga.
La marihuana, cocaína y crack se encuentran en todos los sectores. LA PRENSA recorrió los puntos donde los consumidores se abastecen. La venta de droga ha aumentado y la adicción abarca a menores desde los 13 años.
Puntos de venta
Algunos lugares son discretos, pero otros puntos de venta son de sobra conocidos y no han sido erradicados por la Policía.
Los consumidores conocen los puntos. Llegan en motos, taxis, vehículos particulares y caminando, se abastecen y se marchan.
Los precios varían de acuerdo con la calidad. Un gramo de cocaína se consigue entre los 100 y 150 lempiras. La piedra o crack tiene un valor de 50 lempiras; los “pusher” o vendedores ofrecen el uso de la pipa para que pueda dar su jalón en el lugar donde se hace la compra.
Las mulas
Los “chemeritos” (resistoleros) son usados como mulas de la droga. En la avenida Juan Pablo II, entre la 7 y 8 calles, encontramos a estos vendedores. Cada noche esperan la llegada de los vehículos de los clientes que piden un gramo de coca o un jalón de piedra.
Están al acecho, vigilando la zona e identificando a sus clientes.
Cuando los vehículos encienden las luces de parqueo y se estacionan a un lado de la avenida saben que un cliente acaba de llegar.
El equipo de LA PRENSA llegó a la zona.
Eran las nueve de la noche; el vehículo se estacionó y de la mediana salió corriendo uno de los vendedores para acercarse al carro.
“¿Qué se les ofrece? Tenemos de todo”, dijo el “chemerito”.
Le contestamos: “Panadol”.
El hombre nos dijo: “Sí hay y de la buena, ya se las voy a traer”.
El hombre se retiró, bajó la 7 calle, esperamos unos cinco minutos y luego regresó. De la bolsa del pantalón sacó la bolsita con un gramo de cocaína que nos ofreció por cien lempiras.
El hombre nos vio dudando y preguntó: “¿No quieren piedra? Es de la buena. Y si la quieren aquí les damos la pipa para el jalón. ¿Se animan?”
Pero le dijimos que volveríamos más tarde.
Nos retiramos, el hombre regresó para calentarse en una fogata que tenían a un lado de un contenedor en la avenida. Nos quedamos a unas dos cuadras del lugar para observar el movimiento en la zona.
Minutos después otros vehículos hacían la misma operación.
Es evidente que este punto es el centro donde de día y noche hay un “chemerito” ofreciendo la droga a los clientes que ya conocen el centro de distribución.
Pero además otros vendedores de la zona son abastecidos desde camionetas que llegan para dejar producto a sus mulas ubicadas en este punto.
Aquí no circulan patrullas policiales y si pasan no detectan o ignoran la realidad que se vive en esta avenida.
Menores entre 13 a 17 años son mensajeros de las maras que han tomado el control de la venta de droga en barrios y colonias.
Otros puntos
Entre la 4 calle y 4 avenida en el barrio El Centro, la venta de droga y consumo son fluidos. Los jóvenes que llegan usan crack, fuman marihuana y de vez en cuando compran coca. Sus edades rondan entre los 16 y 18 años. Andan en grupos de cinco y seis.
Otro punto importante es la 8 calle y 9 avenida en el barrio Sunseri.
Los vendedores se ubican sobre la calle y los muchachos en bicicletas son los “banderas” que les advierten del peligro o de la presencia de un desconocido.
En las aceras, hombres y mujeres sentados fuman marihuana.
Nada ha cambiado. La venta continúa, las casas adonde queman piedra siguen en el negocio y los compradores han aumentado.
Pleitos por droga
Cuando ocurren las muertes de tres personas, o más, es una señal de que en el barrio o colonia hay conflicto de territorio.
Las autoridades registran que sólo en 2010 al menos las causas de 13 hechos violentos está ligado a venta de drogas y problemas de pandillas.
“Al momento de hacer las investigaciones se han individualizado los casos donde se detecta que algunas de las víctimas tienen fichas delictivas por tráfico de estupefacientes, portación ilegal de armas y homicidios”, dice Eric Peñalba, vocero de la Policía de Investigación.
Los datos reflejan que ahora hay más mujeres involucradas en el narcomenudeo y por eso la cifra de muchachas muertas ha aumentado.
El jefe de la Policía Metropolitana en San Pedro Sula, Héctor Iván Mejía, afirmó que algunas muertes en San Pedro Sula derivan de operaciones de los traficantes.
“Se han registrado casos de muertes violentas como consecuencia de que un grupo quita cierta cantidad de droga a un bando operando en un sector; ellos descifran quiénes vulneraron sus espacios, obtienen información y actúan.
Cuando identifican quiénes les quitaron el cargamento de droga, los matan.
Por eso hemos visto que en barrios y colonias de la ciudad se han reportado de cinco a ocho personas muertas.
Llegan a un lugar y los matan.
Hay otras situaciones que indican que en los conflictos de estos grupos identifican a la potencial víctima que está en un lugar determinado y cumplen la misión. A ellos no les importa la gente que está alrededor de su objetivo, sólo atacan y les quitan la vida a todos”, explicó Mejía.
Los narcotraficantes ahora pagan con droga y eso ha hecho que el mercado prolifere en zonas adonde hasta hace poco no se vendía.
Zonas como los barrios Medina, Cabañas, Sunseri, Chamelecón y Rivera Hernández están bajo el control de la droga.
Las denuncias llegan desde diferentes puntos. Colonias de clase media y alta ahora cuentan con puntos de distribución, donde miembros de los grupos de narcotraficantes llegan a lugares específicos en camionetas de lujo o motos para abastecer a los “clientes” que son consumidores de drogas.