El dolor y la desesperación continúa en los corazones de cada ciudadano que residía en la colonia Guillén de Tegucigalpa luego de que unas 70 casas fuesen destruidas por un derrumbe.
Los relatos de los damnificados son desgarradores y el recuerdo de cómo sus hogares se vinieron abajo todavía está muy fresco en sus mentes.
Sin tener seguridad de qué es lo que va a ocurrir con ellos luego de perder absolutamente todo, algunos se han atrevido a contar cómo vivieron la tragedia.
Juan Manuel es un carpintero hondureño que dijo “Aquí quedó todo destruido, esto parece zona de guerra, pero gracias a Dios estamos vivos”.
El ciudadano estaba llorando, acompañado de uno de sus hijos, cerca de los escombros de lo que fue su casa en una hondonada creada por los derrumbes.
“El esfuerzo de muchos años de trabajo quedó destruido”, y que ahora lo que desea es “una ayuda del alcalde o de la presidenta” del país, Xiomara Castro, “para hacer un techo seguro en otro sitio”.
La casa de Juan Manuel, con paredes de ladrillo y techo de láminas de zinc, tenía “tres dormitorios, una salita, cocina, comedor y un pequeño patio al frente”.
“Arriba de mi casita, en este cerro que se fue desgajando poco a poco en una semana, habían otras casas que también se vinieron abajo y arrastraron la mía”, agregó el damnificado, quien agradece reiteradamente “a Dios porque logramos sacar las pocas cosas que tenemos con la familia” (su esposa y cuatro hijos).