Luto y pesar invaden a la sociedad capitalina a sólo cuatro días de iniciado el 2011 con la partida de la dama María Mastahinich viuda de Vinelli.
La esposa del recordado Paul Vinelli, ex presidente del grupo bancario Atlántida, perdió su lucha contra una enfermedad en la capital hondureña rodeada de sus familiares que residen en esta ciudad.
Los restos de la distinguida dama fueron velados ayer en la funeraria La Auxiliadora, en Jardines de Paz Suyapa, de la capital y este día su cuerpo será trasladado a Guatemala, donde recibirá el último adiós de parte de los seres que la amaron.
Ana y Pablo Mastahinich, una pareja de croatas que salieron de su país huyendo de las secuelas de la Primera Guerra Mundial dieron a luz en San Marcos de Guatemala a María Vinelli quien creció y estudió en ciudad de Guatemala junto a sus cinco hermanos.
Llegó a Honduras en 1964 específicamente a la capital industrial en compañía de su entonces esposo, Rafael Granda, quien se desempeñaba como gerente de la empresa Nestlé.
En 1966 ambos fundaron la Distribuidora de Productos Alimenticios, S. A. de C. V. Diapa, que hoy por hoy es la más grande distribuidora de productos alimenticios a nivel nacional. En ese mismo año falleció su esposo y ella asumió la responsabilidad de dirigir el negocio.
Con un espíritu emprendedor heredado de sus padres, más sus conocimientos como profesional de la mercadotecnia, Mastahinich tomó las riendas de la empresa y se convirtió en la una empresaria de éxito. Considerada por quienes la trataron de cerca como una mujer emprendedora, de mucho carácter y disciplina, María Vinelli se convirtió en una mujer de éxito que marcó un hito en el ámbito empresarial del país.
A finales de la década de los 70 conoció al banquero Paul Vinelli, presidente de Banco Atlántida, con quien contrajo nupcias poco tiempo después. En 1972 se trasladó a Tegucigalpa donde hizo crecer aún más la firma Diapa.
“Empresaria de éxito, mujer de sociedad y sobre todo caritativa y altruista”, así la cataloga Blanca Bendeck, directora de la revista Estilo.
Doña María, viuda de Vinelli, se ganó no sólo una alta estima entre los empresarios y damas de Tegucigalpa, sino, que su don de mujer y jefe catapultaron la admiración y el respeto de sus más de mil empleados en la empresa Diapa.
La huella de doña María viuda de Vinelli será imborrable, ya que con su espíritu y una energía infinita logró triunfar en el país al que siempre consideró como suyo, en donde fue feliz y se consideró como una mujer realizada.
Honduras pierde a una gran dama, pero en el corazón de quienes la conocieron queda el recuerdo de una mujer inteligente, emprendedora y de buen corazón. Amistades ofrecen las condolencias a la familia doliente y elevar las plegarias a Dios por el descanso eterno de aquella mujer que dejó una gran huella en el mundo empresarial de nuestro país.