La carne de las iguanas y los garrobos es muy apetecida por muchos pobladores, especialmente los campeños, quienes los preparan en suculentas sopas a las que llaman “levanta muertos”, pero esta práctica culinaria está convirtiendo a estos reptiles en una especie en vías de extinción.
Ante tal situación, una familia cholomeña se ha dedicado a desde hace 25 años a su preservación. Es el caso de los Gutiérrez, quienes han obtenido el cariño de un sinnúmero de garrobos e iguanas que conviven en la arboleda de los solares o patios de sus viviendas.
Tradición
La preservación de estos animales nació hace 25 años en la vivienda de José Antonio Gutiérrez Lozano, localizada en la aldea La Lechuga, en el sector de los Bajos de Choloma.
Todo comenzó cuando en 1982 Gutiérrez decidió construir su casa a orillas de un pequeño bosque de árboles de guanacaste donde abundaban estos reptiles. El bosque fue descombrado para cosechar granos básicos, mas no así los árboles de cablote, cedro, mangos, caoba y aguacate de la vivienda del cholomeño.
“Yo miraba cómo aquel garrobal abundaba en el bosque vecino y luego se fueron pasando a las plantas de mi patio porque se estaban quedando sin árboles donde habitar, comer y protegerse de los campesinos y de los animales”, recordó Gutiérrez.
El cholomeño dijo que cuando construyó su vivienda en el sector no había muchos pobladores alrededor y por eso abundaban los garrobos y las iguanas.
“Era tanta la presencia de estos animalitos que hasta bajaban de los árboles a la pila de mi casa para consumir agua y verlos cerca de mí me motivó a quererlos y cuidarlos más; por eso desde esa fecha me he dedicado a protegerlos a cualquier costa”, indicó.
El gesto iniciado por el cholomeño también es practicado por la mayor de sus hermanas, Rosalía Sánchez, y sus sobrinos Marcos, Mario, Danilo y Miguel porque en los árboles de las viviendas de ellos a las iguanas y garrobos les apetece convivir porque allí buscan protegerse y procrearse.
Gracias a esta familia, cualquier visitante puede ir a sus casas a admirar, descubrir y fotografiar la variedad de iguanas y garrobos, los cuales están en período de procreación en estos meses, indicó Gutiérrez.
Según José, los garrobos, que se cuentan entre los animales que viven más, le guardan a su familia un cariño especial. Algunos de estos viejos reptiles permanecen en los árboles, como el garrobo cola tunca, el cual perdió su miembro hace más de dos décadas en un enfrentamiento salvaje contra otro semejante.
Telma, doña Rosalía, Leónidas, Rosa Alicia, Mario y José observan las iguanas.
Riesgo
La familia Gutiérrez sostiene que preservar las iguanas en los árboles de sus viviendas les ha costado mucho sacrificio, incluso enfrentamiento con los garroberos, quienes andan armados.
Doña Rosalía es considerada por los pobladores de La Lechuga como la mejor protectora de los reptiles.
“En mi vida nunca he saboreado la carne de garrobo, pero estos animales tienen derecho a la vida, y si nadie hace algo por ellos entonces quién los va a proteger”, señaló la señora.
Los Gutiérrez lamentan no contar con el aporte de alguna institución para proteger mejor a estos animales.