“El asesino de los naipes” mató a seis personas en sólo dos meses
La historia del hombre que mataba y dejaba una carta junto a los cuerpos de sus víctimas. Psicólogos lo describieron como un “depredador humano”
- Actualizado: 14 septiembre 2024 /
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1 / 14Entre enero y marzo de 2003, seis personas fueron brutalmente asesinadas en Madrid, España. Lo que parecía al principio una serie de crímenes aislados, pronto despertó el pánico en la sociedad española.
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2 / 14Las víctimas, aparentemente sin conexión alguna, compartían dos aterradores puntos en común: todas fueron asesinadas a quemarropa y junto a sus cuerpos siempre se encontraba una carta de naipes. Este macabro detalle llevó a la prensa a bautizar al homicida como “el asesino de los naipes”.
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3 / 14La Policía, desconcertada por los crímenes, buscó durante meses descifrar el modus operandi y las motivaciones del asesino, pero los esfuerzos parecían infructuosos. Sin pistas claras, la investigación avanzaba lentamente.
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4 / 14El caso dio un giro inesperado el 3 de julio de 2003, cuando Alfredo Galán Sotillo, un exmilitar de 27 años, se presentó en la comisaría de Puertollano en estado de ebriedad y confesó ser el autor de los crímenes. “Yo soy el asesino de la baraja”, le dijo al primer policía que encontró. Su confesión tomó por sorpresa a las autoridades, quienes llevaban meses tratando de encontrar una explicación a los asesinatos.
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5 / 14El caso dio un giro inesperado el 3 de julio de 2003, cuando Alfredo Galán Sotillo, un exmilitar de 27 años, se presentó en la comisaría de Puertollano en estado de ebriedad y confesó ser el autor de los crímenes. “Yo soy el asesino de la baraja”, le dijo al primer policía que encontró. Su confesión tomó por sorpresa a las autoridades, quienes llevaban meses tratando de encontrar una explicación a los asesinatos.
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6 / 14Galán Sotillo había servido en el Ejército, pero lo había abandonado debido a un trastorno de ansiedad. Al ser interrogado sobre su motivo para entregarse, su respuesta fue tajante: “Me entrego porque estoy cansado de la ineficacia policial”.
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7 / 14El 24 de enero de 2003, Juan Francisco Ledesma, un portero de 51 años, fue asesinado a quemarropa mientras estaba en la portería de su edificio, junto a su hijo. El agresor le ordenó que se arrodillara y le disparó en la cabeza antes de huir sin dejar rastro.
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8 / 14Trece días después, el 6 de febrero, Juan Carlos Martín, un empleado del aeropuerto de Barajas, fue asesinado mientras esperaba el autobús. En la escena del crimen, la Policía encontró una carta de naipes: el as de copas. Este detalle, que inicialmente parecía irrelevante, se convertiría en la firma del asesino.
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9 / 14Esa misma tarde, el homicida cometió otro ataque en un bar de Madrid, donde disparó a un joven de 19 años. También mató a Juana Dolores, una mujer que había entrado al bar para usar el teléfono. En esta ocasión, el asesino no dejó ninguna carta, pero el modus operandi fue el mismo: disparos a quemarropa.
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10 / 14El 7 de marzo de 2003, el asesino volvió a atacar. Esta vez, sus víctimas fueron Eduardo Salas y Anahid Castillo, una pareja de ecuatorianos. Aunque intentó matarlos, el arma se trabó, y ambos sobrevivieron, aunque Salas quedó gravemente herido. En la escena del crimen, el asesino dejó el dos de copas.
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11 / 14Los medios comenzaron a especular sobre el “asesino de los naipes”, mientras la Policía intentaba dar con su paradero. El 18 de marzo, el homicida cometió su último crimen, asesinando a Georgie y Doina Magda, un matrimonio de origen rumano, en un descampado de Arganda del Rey. En el lugar, se encontraron las cartas del tres y el cuatro de copas, marcadas con un punto azul, un detalle que resultaría clave en la resolución del caso.
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12 / 14Cuando Alfredo Galán Sotillo se entregó, los agentes no creyeron de inmediato su confesión. Sin embargo, mencionó un dato que solo el asesino podía conocer: los puntos azules en las cartas encontradas en las escenas del crimen. Este detalle confirmó su autoría.
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13 / 14Durante el juicio, los forenses describieron a Galán Sotillo como un “depredador humano” que mataba por el simple deseo de humillar y asesinar a sus víctimas. El informe psiquiátrico concluyó que no había venganza en sus actos, sino un impulso de experimentar lo que se sentía al quitar la vida.
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14 / 14Finalmente, Galán Sotillo fue condenado a 142 años de prisión por los seis homicidios cometidos entre enero y marzo de 2003. Actualmente cumple su condena en la cárcel de Herrera de la Mancha, de donde podría salir tras cumplir 25 años de prisión, conforme a la legislación vigente en España.