“Me decían mucho el: ‘ay, ya vas a llorar’ y fuck, sí... hoy me doy cuenta que está mal; llorar no es sinónimo de debilidad. Uno tiene que sacar lo que le duele porque enferma por dentro y años después se presenta esa herida que no tratamos a tiempo”, dijo. “Sanar es muy importante, deben permitirse abrir esas heridas y, cuando se sientan listos, no guardarse nada. El llorar ayuda a sanar el alma”, finalizó.