Un día, durante una pausa en el rodaje, El Santo se acercó a Lorena y le preguntó: “¿No me quieres conocer?”. Ante la sorpresa de Lorena, El Santo se quitó rápidamente la máscara, permitiéndole ver su rostro, un privilegio que muy pocas personas tuvieron, y luego se la volvió a poner.
Esta anécdota es un testimonio de la confianza y el respeto mutuo que existía entre Lorena Velázquez y El Santo. A pesar de los rumores de un posible romance entre ellos, Lorena siempre lo negó. Sin embargo, esta breve interacción fue un momento significativo que Lorena atesoró durante toda su vida.