“Cuando estoy saliendo de la tienda, veo que aparece un hombre guapísimo, de casi dos metros, acompañado de un niño y unos amigos (...) Empecé a sentir como cosquillitas en el estómago y yo: ‘Pero bueno, ¿qué me pasa?’. No quería ni mirarle, tenía muchísima vergüenza”, recordó. Tanto es así, que el slogan de su serie, en la que relata estos hechos, dice: “Antes vendía bolsos en Serrano. Ahora los colecciona”.