Los Ángeles, Estados Unidos.
El viernes 20 de junio de 1975, el joven director Steven Spielberg llenaba de terror a 440 salas de cine de Estados Unidos, algo inaudito para la época.
Pudieron ser mil salas, pero Universal Pictures prefirió que se vieran largas filas en las boleterías para aumentar la demanda. Y les funcionó, ya que rompió récord de taquilla, que hasta ese momento correspondía a Lo que el viento se llevó.
¿De qué trata esa historia que desató la histeria colectiva y catapultó la carrera de Spielberg? Titulada en inglés Jaws (Tiburón), cuenta cómo un enorme tiburón blanco devorador de personas ataca a los bañistas en las playas de Amity Island.
Entre las anécdotas que circulan es que después del estreno, Spielberg y el guionista, Carl Gottlieb, se metían a escondidas a las proyecciones en Los Ángeles y se quedaban al fondo del cine “solo para ver que el público de las salas llenas se levantaba de sus asientos y gritaba al unísono”.
Espoleados por el éxito de ventas de la novela homónima de Peter Benchley y por una inminente huelga de guionistas, Universal ordenó, en febrero de 1974, que el rodaje empezara en mayo y durara tres meses.
Solo existían tres problemas: no había libreto, no tenían un reparto y no tenían tiburón, la estrella de la película. Cada día, temía el despido, pero el tiburón lo salvó y le permitió hacer historia.
El viernes 20 de junio de 1975, el joven director Steven Spielberg llenaba de terror a 440 salas de cine de Estados Unidos, algo inaudito para la época.
Pudieron ser mil salas, pero Universal Pictures prefirió que se vieran largas filas en las boleterías para aumentar la demanda. Y les funcionó, ya que rompió récord de taquilla, que hasta ese momento correspondía a Lo que el viento se llevó.
¿De qué trata esa historia que desató la histeria colectiva y catapultó la carrera de Spielberg? Titulada en inglés Jaws (Tiburón), cuenta cómo un enorme tiburón blanco devorador de personas ataca a los bañistas en las playas de Amity Island.
Entre las anécdotas que circulan es que después del estreno, Spielberg y el guionista, Carl Gottlieb, se metían a escondidas a las proyecciones en Los Ángeles y se quedaban al fondo del cine “solo para ver que el público de las salas llenas se levantaba de sus asientos y gritaba al unísono”.
Espoleados por el éxito de ventas de la novela homónima de Peter Benchley y por una inminente huelga de guionistas, Universal ordenó, en febrero de 1974, que el rodaje empezara en mayo y durara tres meses.
Solo existían tres problemas: no había libreto, no tenían un reparto y no tenían tiburón, la estrella de la película. Cada día, temía el despido, pero el tiburón lo salvó y le permitió hacer historia.