Llegamos al diamante de softbol 'Ixel Pineda' buscando a doña Ticha, una dama que tiene 40 años vendiendo sopa de mondongo a los jugadores y a los aficionados que todos los domingos se reúnen en ese lugar. Le llaman 'sopa desengomante' porque tiene la propiedad de aliviar los malestares de la parranda del sábado.
'Doña Ticha llega a las diez y media', nos dijo uno de los asiduos visitantes que se encontraba viendo el encuentro entre dos de los cinco equipos de la liga Roberto Saybe.
Esta vez doña Beatriz de Galeano, tal es su verdadero nombre, no fue tan puntual. Se bajó de un taxi a las 10.45 am con un enorme caldero de peltre, que otro de los aficionados le ayudó a sostener.
Inmediatamente se reunieron alrededor de ella los clientes de siempre lanzándole bromas que ella repelía con su natural ingenio, como los buenos bateadores del diamante.
'Doña Ticha, el mondongo ya bajó de precio y usted sigue dando el plato a 40 lempiras', le reclamó un sonriente comprador.
'Con clientes como ustedes voy a la quiebra, porque sólo piden vasitos de veinte lempiras', replicó ella.
Hay quienes llegan al colmo de pedirle que les venda cinco lempiras de sopa, entonces ella les responde en forma irónica: 'poné las manos para echártela'.
Comenzó en El Cacao
Alguien le advirtió que estaban los periodistas quienes querían entrevistarla. 'Con ésos no gano nada porque no me compran ni un plato', contestó ella sin notar que estábamos a su espalda.
Así comenzó la conversación: 'disculpe, pero es que estos mucho me fastidian', nos dijo al advertir nuestra presencia. 'Eso sí, ya les dije que el día que no me molesten, no vuelvo a venderles sopa'. En realidad, esas chanzas parecen ser el condimento adicional del mondongo que vende la dama, cuyo nombre han llevado en dos ocasiones los campeonatos de su querida liga. 'Soy la única mujer que ha tenido ese honor', comenta.
Es más, solamente la ha vendido en los juegos de la Liga Roberto Saybe, su preferida; no obstante, que su hijo Jorge Galeano juega en la 'Quique Bonilla'.
'No lo hago por negocio, sino por costumbre y pasarla en ambiente con estos léperos, que para mí son como mi familia', dice la dama de 76 años.
Agrega que también vende 'pilones para la tercera edad' y enseguida aclara por qué los nombra así: 'no hay que hacer mucho esfuerzo, basta con chuparlos'.
Aguanta pelotazos
Como el puesto de venta lo instala frente al campo de juego separada únicamente por un endeble cerco de alambre ciclón, ha recibido uno que otro pelotazo, que no ha pasado de causarle un pequeño chichote.
'Un día de éstos me van a llevar al hospital, pero tiene que ser a uno privado, al Mario Rivas no voy aunque allí tengo buenos amigos', expresa doña Ticha.
A medida que avanza la plática más personas se van colocando a su alrededor mientras su rostro se ilumina por los repetidos flachazos del fotógrafo.
Entonces reacciona con una nueva broma: 'Esto me huele como que ya me voy a palmar. Antes no me habían puesto tanta atención'.
Canastera
En sus años primaverales, doña Ticha, fue cuatro veces reina de Puerto Cortés, donde vivió por mucho tiempo. También conserva en su casa del barrio Los Andes, otras bandas que diferentes instituciones le impusieron por su simpatía y belleza.
'Ya le dije a mis hijos que cuando me muera quiero que me entierren con mis bandas porque ya nadie las va a querer conservar', dijo.
Doña Ticha tiene su propia filosofía de la vida: 'si me van a dar una flor, que me la den en vida y en efectivo, ya muerta para qué'.
Su permanente buen humor se debe a que aprendió a vivir con sus problemas. 'A la vida hay que sonreírle todos los días o sea vivir el hoy con una sonrisa', manifiesta la dama mientras su caldero de sopa se va quedando vacío.
Cariño
No sólo bromas recibe de sus amigos del softbol. También piropos como 'amorcito' o 'corazón mío, servime midesengomante'. Ella los toma como demostraciones de cariño de quienes considera son parte de su familia. Por ellos llegaría al diamante hasta el propio día de la Navidad para llevarles su sopa si se lo pidieran. No tiene simpatías por ninguno de los equipos que participan en los campeonatos, ni siquiera los mira o los comenta, para no crear resentimientos entre los jugadores. Dice que no aceptaría trabajar encerrada con aire acondicionado porque no podría tener ese acercamiento al aire libre con los peloteros mientras se desarrollan los partidos.