Los pitufos hicieron su primera y fugaz aparición en 1958 como personajes secundarios de tebeos, y ahora, más de medio siglo después, protagonizan su propia película en 3D, una trayectoria fulgurante que ni el padre de los hombrecillos azules, el dibujante belga Peyo, habría podido imaginar.
Dos expertos en cómic belga coincidieron al explicar que la “pitufomanía” fue una exitosa pero involuntaria estrategia de mercadotecnia que terminó escapando de las manos de Peyo, quien hubiera preferido dedicarse más a otros de sus personajes.
“Mucha gente cree que los pitufos nacieron en Estados Unidos, pero en realidad nacieron en Bruselas en 1958, y de forma muy discreta”, dijo en una entrevista el director del Centro Belga del Cómic, Willem de Graeve.
Se refirió así a la huidiza primera aparición de estos personajes -en la que ni siquiera se ve uno de ellos de cuerpo entero- en un episodio de la historieta “Johan et Pirlouit” titulado “La flauta de los siete Pitufos” y publicada dicho año en la revista “Le Journal de Spirou”.
Sociedad ideal
El filme combina escenarios y personajes reales con pitufos diseñados con las últimas técnicas de animación tridimensional, que mantienen el delineado sencillo y de formas redondeadas de Peyo.
Para De Graeve, el atractivo de los pitufos reside en que los niños “se sienten muy próximos a ellos”, ya que al igual que los hombrecillos azules, “son pequeños y frágiles ante las amenazas de la naturaleza y de los adultos malvados, simbolizados por Gargamel”.
Los pitufos, además, “conforman una sociedad ideal que nos podría servir como ejemplo, en la que todos sus miembros, aunque son diferentes, se toleran y entienden entre ellos y crean algo armonioso”, destacó el director del Centro Belga del Cómic.
Jean-Claude de la Royère, colaborador y guionista de Peyo, cree que la primera adaptación al cine 3D de Los Pitufos por parte de Columbia y Sony Pictures, hubiera agradado a su creador. “Estaría contento de ver qué se puede sacar a los pitufos de su universo habitual”.
