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La postura de una dama

  • 27 enero 2011 /

Muchas mujeres desconocen el impacto que causa su presencia física y no saben cómo utilizarla eficazmente.

    Redacción. Muchas mujeres desconocen el impacto que causa su presencia física y no saben cómo utilizarla eficazmente.

    Cuando se siente, mantenga recta la espalda y no se quede cabizbaja.

    La mirada lanzada estando cabizbaja hace pensar que usted es descuidada y perezosa. En una reunión, siéntese apoyando en la mesa dos antebrazos, con las manos un poco dobladas cada una hacia la otra o tocándose ambas por las puntas de los dedos, de modo que las palmas formen una especie de pirámide. Esta postura permite que usted se incline ligeramente hacia adelante y presente el aspecto natural de una persona que atiende, se interesa y tiene consideración.

    Consejos

    No permanezca quieta con la mano en la cadera, esto recuerda a muchas personas la postura de una madre sorprendiendo a su hijo abriendo a escondidas una caja de galletas. Por esta razón, es una colocación o postura que no se aconseja para las mujeres. Quien la adopta, pone inmediatamente a la defensiva a los presentes y les induce a manifestar una reacción negativa.

    La experta en etiqueta y protocolo, María José de Fernández recomienda que no quede mirando al suelo cuando llegue al umbral de la puerta de un despacho o reunión, ya que dará la impresión de que no tiene nada que hacer allí y que anda perdiendo el tiempo.

    “Cuando suba por una escalera, mantenga recta la espalda, no la incline hacia adelante, no se agarre a la barandilla para ayudarse a subir, a menos que sus piernas padezcan alguna dolencia que le exige actuar así”, indicó Fernández.

    Cuando ande, hágalo con resolución. Usted debe dar siempre la sensación de que se dirige a un destino concreto.

    Al entrar a algún sitio, ingrese sin vacilar, como si tuviera una razón de mucho peso para estar allí.

    Con mucho cuidado

    Si tiene que agacharse para recoger un objeto del suelo, doble las rodillas de modo que su cuerpo descienda verticalmente. Supone una pérdida de dignidad encorvarse agachando la cabeza y los brazos de manera que su parte baja de la espalda se eleve en el aire. Ocurre lo mismo si se pone de rodillas.

    Cuide sus señales de postura, si alguien le está hablando e inconscientemente usted se inclina hacia adelante apoyando los antebrazos en la mesa, la otra persona puede pensar que lo más probable es que le interese lo que le está exponiendo.

    Por el contrario si usted se recuesta para atrás en su silla y se queda enfrascada en sus propios pensamientos, es casi seguro que no le impresionan los argumentos de la otra persona y piensa en refutar sus puntos de vista que en escucharle a él o ella.

    Igualmente los símbolos que usted emite con su rostro y manos, forman gran parte de la imagen que proyectará a los demás.

    Lo más recomendable es que mensualmente se realice un manicure, use hábilmente sus manos para expresarse, para atraer delicadamente la atención del auditorio al que se dirige.

    Siempre mantenga sus manos alejadas de la cara y cabello. Es de mal gusto ver a una mujer agarrar un mechón de su cabellera y que éste lo lleve a la boca.

    No debe rozarse continuamente las uñas, manosear los clips que sujetas los papeles, ni golpear la mesa con el extremo de un bolígrafo.
    Todos estos comportamientos indican nerviosismo, aburrimiento o animosidad.

    Si una persona se frota uno de los lados con su nariz, esto significa generalmente que en una conversación el o ella mantendrá su opinión.

    Los brazos cruzados indican también una mente cerrada. Si usted se rasca la cabeza, dará a entender que no comprende lo que oye. Para salir de dudas, busque la manera de repetir en términos claro los detalles básicos de sus argumentos.