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Extorsiones desde adentro

  • 09 agosto 2008 /

Calificar al presidio sampedrano como 'bomba de tiempo' se ha vuelto costumbre. Pero es más que eso: es un mundo de mafias, extorsiones, tráfico de drogas, planificación de secuestros y permanente violación de los derechos humanos.

    Nota de redacción.Calificar al presidio sampedrano como 'bomba de tiempo' se ha vuelto costumbre. Pero es más que eso: es un mundo de mafias, extorsiones, tráfico de drogas, planificación de secuestros y permanente violación de los derechos humanos.

    LA PRENSA entró a ese mundo donde para sobrevivir se necesita 'dinero, poder y contactos'.

    Esta investigación reafirma el interés de LA PRENSA, plasmado en su Tema Bandera, en que el presidio salga del centro de la ciudad por el peligro que representa, que haya un mejor control en su interior y que se ejecuten verdaderas políticas de rehabilitación.

    Estos reportajes son producto de un trabajo de ocho meses y se basan en testimonios de reos, ex reos y familiares de presidiarios que han vivido los abusos; también colaboraron autoridades que dejaron al descubierto una realidad que pocos conocemos y que evidencia el deficiente sistema carcelario de Honduras. Los testimonios son de personas que estuvieron recluidas en 2006. De allí 'Las crónicas desde el penal'.

    Pasaban las cuatro de la tarde. La mujer, con agallas pero con una mirada triste e intranquila, nos preguntó: '¿Qué quieren? Ustedes deben ser de los mismos, uno no sabe en quién confiar ya'. Nos identificamos, pero su actitud fue la misma.

    No es para menos, su hijo está preso y su experiencia al ser extorsionada desde el Centro Penal la convirtió en huraña, desconfiada y resentida con todos... hasta con la Policía.

    'Acá no hay justicia, de qué me sirve hablar si mi vida y la de mi hijo correrán peligro', replicó.

    Tras varios días de insistencia, aceptó contar su historia bajo el compromiso de que protegeríamos su identidad y la de su hijo, quien aún guarda prisión.

    Era una mujer recién entrada en la tercera edad, sus manos toscas por el trabajo temblaban al hablar y su voz suave pero firme fue dejando escapar poco a poco el dolor y la rabia que sentía. Nos sentamos en el patio de su vivienda, a simple vista, una casa pobre, pero al entrar se comprobaba que hubo tiempos mejores en la familia.

    La casa estaba casi vacía porque la mujer se vio obligada a vender sus pertenencias a fin de agenciarse un dinero y dárselo a su hijo para que sobreviviera en el presidio.

    Meses atrás, el temor de que su vástago muriera dentro del recinto la llevó a interponer una denuncia en la Dirección General de Investigación Criminal.

    El documento cita: 'Relata la denunciante que ayer fue objeto de una extorsión por parte de personas desconocidas donde le dicen que tenía que llevar 10 mil lempiras; si no los lleva, matarán a un hijo de ella. Mi hijo llamó llorando del presidio porque le dijeron que hoy tendrá que dar ese dinero'. La denuncia fue interpuesta en 2005 por el delito de extorsión.

    Desgarrador

    'Fueron días amargos, pero le demostré a 'la ranfla' que si hacían algo contra mí y mi hijo los denunciaría y lo hice'.

    La sexagenaria recuerda que todo sucedió un día de agosto de 2005.

    'Me llamaron a las nueve de la noche al teléfono de mi casa; no se cómo lo consiguieron... me dijeron que debía entregar 10 mil lempiras, si no, mataban a mi hijo'.

    El muchacho era nuevo en la cárcel y ella, como muchos familiares desconsolados cuando apresan a sus seres queridos, le había dado cierta cantidad de dinero en el primer día de visita.

    'La ranfla' lo vio y supo que había una oportunidad de ganar con él.

    'Esa noche de la llamada no me dijeron quién era, sólo que me daban plazo hasta el domingo a la una de la tarde para entregar el dinero, los 10 mil lempiras, y si no a las cinco le darían una golpiza a mi hijo'.

    Era viernes por la noche y no sabía qué hacer. Su hijo también la había llamado, ahogado en llanto, confirmando sus temores: si no tenía el dinero el domingo a la una de la tarde, su vida estaría en peligro.

    'Pasé la noche en vela, la angustia y las dudas vieron el sol conmigo. A las siete de la mañana del sábado tomé la decisión: actuaría como un ciudadana correcta y salí rumbo a la Dgic. Pensé que allí le darían apoyo y quitarían a esos delincuentes del lado de mi hijo'.

    Casi muerto....

    'Fui atendida como todos, llené los papeles, relaté lo que pasaba y me quedé confiada. No tenía el dinero para pagar por la tranquilidad de mi hijo, por eso no lo llevé. Acudí a las autoridades con la esperanza de que harían algo; yo no podía.

    Al salir de las oficinas me sentí mejor, pero la angustia no desapareció... otra noche en vela'. El domingo, lo que más temía sucedió.

    'Como no llevé el dinero, cumplieron la amenaza, golpearon a mi hijo y fueron tantos los golpes que lo dieron por muerto... varias personas vieron lo que pasó y aun con la denuncia nadie hizo nada. Cuando llegué a verlo, estaba ensangrentado y tirado en el piso del Centro Penal.

    Traté de sacarlo para llevarlo a curación, pero eso implicaba pagarles a las autoridades del penal y como no tenía dinero me conformé con cuidarlo por ratos y dentro de la celda.

    Por la denuncia que interpuse, las autoridades llegaron ese día, pero ya mi hijo estaba golpeado. únicamente hicieron firmar al coordinador de la celda y al jefe de la ‘ranfla’ para que no le ocurriera nada más a mi muchacho... mi hijo no podía ni hablar...

    Cuento lo que pasó pero sé que es un arma de doble filo: a uno nadie lo protege....

    Es dificil que las autoridades controlen esto porque las extorsiones se dan a cada momento... no pagué lo que pedían, pero sabíamos que de los mil lempiras que le llevábamos mensuales les quitaban una parte', concluyó.

    Sexo y diversión

    Lejos del dolor de los parientes cuando son extorsionados por privados de libertad está la otra cara de la moneda.

    Durante los meses de investigación se comprobó que dentro del recinto el sexo pagado no tiene restricciones.

    Ataviada con minifalda y una sexi blusa blanca, una joven de tez trigueña esperaba junto a otras mujeres en las afueras del Centro Penal. No era hora ni día de visita, pero el portón se abrió sin problema; no hubo registro, pero sí una agilidad sorprendente de los custodios para ingresar al grupo de mujeres.

    Con ellas, un hombre que no paraba de hablar por teléfono hizo, quizás, los últimos ajustes para que el ingreso no fuera problema.

    Esa noche de mayo, en las afueras del Centro Penal, se presenciaban dos escenarios: la facilidad con que ingresaban algunas mujeres que negocian con su cuerpo y las dificultades que otras tenían para entrar a ver a sus parientes.

    Para las que llegan con el afán de visitar a sus familiares no valen justificaciones de hora, aunque algunas llegan de lugares lejanos.

    'Acá todo es dinero. Como no tengo con qué pagar, entonces no pude entrar', dijo resignada la madre que había dejado a otros vástagos en su pueblo para visitar a su hijo encarcelado.

    Mientras, las mujeres de la 'vida alegre' entraron sin problema al reclusorio; sin embargo, no todo es fácil. El privilegio es para quien pueda pagarlo.

    'Tener mujer toda la semana no es gratis... todo el que quiere ese privilegio debe pagar. La cuota es de mil lempiras por la semana', explicó un recluso.

    Aseguró que las mujeres ya adentro se venden a todo nivel: 200 y 300 lempiras por dos horas para los pobres; los ricos pagan entre mil y dos mil lempiras e incluso pueden estar toda la noche.

    El 'infierno' existe acá en el centro de la ciudad: mafia, extorsión, prostitución, drogas, alcohol... muerte... una bomba de tiempo.

    La historia bajo la línea roja

    Testimonios

    'Pagamos para que nuestros parientes reciban un mejor trato y no tengan que sufrir porque los derechos humanos se les violan en todo momento'.

    Testigos

    'Hay una bartolina utilizada para planificar los robos de vehículos, es de semiprivilegios', dicen los reos que hablaron con LA PRENSA. 'Es la 10'.

    Denuncia

    Reos con años de reclusión aseguran que en el penal hubo épocas en que escondían carros robados. Ahora el taller es visible y es improbable hacerlo.

    El penal en números

    10 mil lempiras

    Es la cantidad que pagan los presos a la 'ranfla' la primera vez para garantizar su tranquilidad, según denuncias. Pero muchas veces depende de la clase social del reo.

    500 lempiras

    Semanales pagan los reclusos a 'la ranfla' por dormir en una cama, por usar el sanitario, bañarse y lavar, según los testimonios de varios reos.

    200 lempiras

    Es lo mínimo que pagan los reclusos más pobres por tener placer con una mujer. Pero los de poder adquisitivo pagan por más privilegios.

    300 reos

    Hay en una sola celda; en algunas superan el número. Esto refleja el hacinamiento en que viven los reclusos del centro penal sampedrano.

    Las frases

    'La celda nueve es para recibir a los nuevos; los primeros días los dejan tranquilos, pero al primer día de visita ‘la ranfla’ capta quién pertenece a familia adinerada'.

    'El gran error que cometí fue llevarle a mi hijo un cheque de mil lempiras en la primera visita. Otro preso que estaba en el reclusorio se lo cambió y ‘la ranfla’ lo supo'.