Son actrices que actúan de modelos y luego lanzan colecciones de ropa: de Penélope Cruz a Jennifer López, actualmente las artistas famosas de cine y televisión son la clave para una veloz difusión mediática de la moda.
Los diseñadores las seducen con vestidos impactantes para la alfombra roja y se esfuerzan por tenerlas en la primera fila de sus desfiles. Ellas retribuyen con una frase sintética pero intensamente efectiva, que en cuestión de segundos se sabrá en todo el mundo: “Me vistió fulano”.
Penélope Cruz es la más infiel a los diseñadores: una noche se enfunda en Armani y a la siguiente gala, en Versace o Chanel, John Galliano para Dior, Óscar de la Renta, Balmain... Es más estable cuando se trata de protagonizar avisos publicitarios: para la marca estadounidense Ralph Lauren hizo campañas gráficas de ropa femenina y fue imagen del perfume Glamourous. Su faceta de modista se desveló cuando junto a su hermana Mónica diseñó y posó para la cadena española de tiendas Mango.
Entre las ventajas de una actriz respecto de una modelo profesional se incluye que son “de carne y hueso”, es decir bellas pero reales, no cultivan un “look” andrógino ni ultradelgado, aunque muchas pasen años de sus vidas en salones de gimnasia y centros de estética. Por su profesión como actrices tienen mucha plasticidad frente a la cámara e interpretan de maravillas el rol de modelo.
Refinada
Tras convertirse en un ícono fashion en “Sex and the city”, Sarah Jessica Parker probó suerte con el diseño de la marca de indumentaria básica Bitten, cuya consigna era “La moda no es un lujo, es un derecho”. Las cuentas no cerraron.
Pero no se dio por vencida y esta semana accedió a la propuesta de la firma estadounidense Halston para ser la directora creativa de una segunda línea de inspiración retro.
Algunas actrices representan ideales de la marca, otras sencillamente causan un impacto comunicativo suficiente para vender en la temporada, desde lencería hasta pantalones. Megan Fox, la estrella del momento, es “joven, sexy, y tiene mucho espíritu”, dijo el diseñador milanés Giorgio Armani al elegirla como modelo de ropa interior de Emporio Armani y de Armani Jeans para el verano 2010.
Desde febrero se verán sus avisos en revistas de moda y carteles desde Nueva York y Londres hasta París y Tokio.
La imagen latina es un rasgo que hace años goza de atractivo mundial en los medios, y particularmente en la relación moda-cine. Por segunda vez, Eva Mendes -de raíces cubanas y criada en Miami- protagoniza una campaña de Calvin Klein, ahora para la temporada primavera-verano 2010. Definitivamente es ropa de verano: escasa, y en tamaño mínimo, exhibe generosamente el cuerpo de la actriz.
Natalia Oreiro, uruguaya que reside en Argentina, creó en 2007 una marca de indumentaria, Las Oreiro. Su hermana es la diseñadora de esta etiqueta, y Natalia es modelo y musa. Adora la silueta de los años 50 y Betty Boop es un personaje dilecto en la inspiración de su vestuario. Los colores intensos como el rojo fuego, mayormente en monocromo, son los favoritos para vestidos estraples o de escote halter.
Si bien no es lo que el imaginario social entiende por “belleza latina”, es chilena y además fue Miss Universo. La conductora televisiva chilena Cecilia Bolocco diseña desde hace cuatro temporadas las colecciones de la marca Apology, de la tienda Falabella, para mujeres mayores de 30 años. “La colección primavera- verano 09/10 ha sido como un compendio de ideas y de viajes, con reminiscencias de Marruecos y el Caribe. Cuando empecé a diseñar (para Apology) buscaba replicar mi clóset, donde hay prendas básicas y sofisticadas que facilitan la vida, prendas para todo tipo de ocasiones”, asegura.
La neoyorquina Jennifer López, hija de padres puertorriqueños, tal vez sea la más osada al probar vestuarios novedosos en su silueta ondulada, como en Año Nuevo con un catsuit negro de strass refulgurante. Fue imagen de la marca francesa Louis Vuitton y ahora, a los 42 años, ilustra la tapa de febrero de la revista norteamericana Elle, una publicación atenta a las tendencias de moda.
El fracaso comercial fue lo que en la mayoría de los casos llevó a la discontinuación de las líneas de ropa “de estrella”, o a que su fama se eclipsara, como la marca Sweetface de Jennifer López y PTKY, de la española Elsa Pataky.
De todas maneras, las actrices siguen su carrera, porque justamente ésa era su ventaja: lo suyo es la actuación y lo demás, un pasatiempo. Además, los medios de comunicación difunden su imagen de forma cotidiana, son famosas por su personalidad, tienen una identidad ya conocida para el público y por eso mismo, las desean. La ecuación da por resultado que venden más.
También hay modelos top que una vez establecidas en la cumbre del estrellato, deciden probar suerte como diseñadoras, como la archifamosa Kate Moss, que creó colecciones para TopShop. El factor fama vende. Mientras haya belleza y poder de convocatoria, hay emulación del público femenino.
Heidi Klum, la top model alemana que en Estados Unidos conduce el programa televisivo “Project Runway” (donde diseñadores noveles compiten por reconocimiento) y es imagen de la marca de lencería Victorias Secret, quería ser diseñadora.
Pero a los 19 años tomó la decisión crucial: rechazó una vacante para estudiar diseño de indumentaria y apostó el pleno al modelaje.
Diez años después, cuando ya no había dudas de su éxito en las pasarelas y publicidades, se dio el gusto de diseñar: primero trajes de baño.
Luego zapatos, ropa femenina y de bebé, y hasta una línea de joyería de plata, todo para empresas alemanas. A sus 36 años la sorprendieron con una Barbie que reproduce su rostro, quizá porque Heidi no sólo es bella, sino que también tiene nombre de cuento.
El próximo 12 de febrero, esta experta mamá de cuatro hijos presentará en Estados Unidos dos colecciones de moda para embarazadas, para que las futuras madres “se sientan igual de maravillosas y elegantes que yo cuando estuve embarazada”. Una colección es “Lavish by Heidi Klum”, de A Pea in the Pod, y la otra es “Loved by Heidi Klum”, de Motherhood Maternity.
