El tren dejó Tenosique y los indocumentados van en él. No hay muertos o heridos, sólo hombres y mujeres con sueños de un futuro mejor.
Es hora de avanzar y los primeros kilómetros quedan atrás. Quienes tenían dinero aún o llamaron a sus familiares para que les enviaran desde Estados Unidos, le pagaron a un coyote o a las maras para ser ubicados en los “mejores” lugares; mientras, los que no tuvieron recursos se acomodaron en cualquier sitio.
Esa situación, aparentemente insignificante, definirá en gran medida la travesía. La mayoría de los indocumentados no tiene la menor idea de que llegar hasta la frontera norte les tomará entre dos y tres semanas y que los accidentes vendrán muy pronto.
En contra
Los 30 o 40 kilómetros por hora a los que avanzan las dos o tres locomotoras y los cerca de 150 vagones, que en ocasiones llegan a 300, impiden que el recorrido sea rápido.
Los largos desplazamientos hacen que las horas pasen sin que hombres, mujeres y niños ingieran alimentos o bebidas para recuperar fuerzas.
El insomnio empieza a ser otro factor porque la incomodidad que ofrecen los vagones no permite el descanso. Además, nadie desea quedar profundamente dormido mientras migración u otra autoridad realiza un operativo.
Los ilegales también desconocen que al viajar en el pequeño espacio en el cual se unen los vagones, o sobre los mismos, estarán expuestos a duras condiciones climáticas.
La ruta del golfo de México se caracteriza en esta época del año por temperaturas que superan los 35 grados centígrados a la sombra y por lluvias torrenciales en la noche debido a los huracanes que empiezan a aparecer en el Atlántico.
Ninguna mejora
El tren se desliza sobre sus rieles y los indocumentados sobre su sueño. Ambos pasan por Palenque, Teapa y Chontalpa, pero no todo es cosa de ubicación, alimentación, cansancio o clima.
A su paso por los últimos poblados del estado de Tabasco, el tren es abordado por nuevos mareros que buscan su tajada. Es simple: o se les paga, o el indocumentado y sus sueños son lanzados de la máquina.
Los testimonios de los ilegales y las autoridades de migración son similares: algunos asaltados caen en los matorrales y logran salvarse, pero otros no tienen tanta suerte, caen al lado de la vía, son succionados por el tren y terminan siendo mutilados o desmembrados por las ruedas metálicas.
Al acercarse a Veracruz, ya no valen los tratos que se hayan hecho o no en Tenosique. En el tren, la delincuencia nunca se detiene.
Tampoco lo hace la corrupción de autoridades mexicanas, especialmente de las diferentes clases de policías que hacen su feria a medida que cobran “mordida” a los ilegales por dejarlos seguir.
Cuando no es por la delincuencia o corrupción, entonces los indocumentados caen en las vías porque se duermen o no tienen fuerza. Los efectos de la primera semana de viaje ya se hacen evidentes.
En la red
El desplazamiento también ha dejado los primeros asegurados por migración. Hasta el 31 de junio, en Chiapas habían más de 58 mil personas. La ruta del golfo, en Tabasco, dejaba más de 15 mil.
Los operativos son eficaces, a pesar de que muchos logran evadirlos tirándose del tren o corriendo por entre matorrales y pantanos, donde hay animales peligrosos y bandas delincuenciales; situaciones que originan más muertos y heridos.
Sin embargo, los viajeros aún deben sortear Veracruz, el último filtro al norte. El sur de ese estado es, por decirlo así, un punto de reunión, porque allí llegan quienes vienen de Tenosique y Arriaga.
De ahí también saldrán los trenes hacia el centro del territorio mexicano.
Coatzacoalcos, Acayucan y Tierra Blanca son la zonas donde la mayoría debe esperar y es por eso que el Instituto Nacional de Migración, INM, hace una fuerte presencia para reducir aún más la cantidad de viajeros al norte.
En Veracruz habían finalizado su viaje más de 10 mil indocumentados hasta mitad de este año.
Lo cierto es que después de ver accidentes de compañeros al subir al tren, de presenciar la muerte de quienes se tiran o son lanzados de los vagones y de sufrir y sufrir, los ilegales por fin encuentran manos amigas.
Son los albergues, que abren sus puertas en el momento justo en el cual muchos sólo reflejan en sus caras el dolor y la desilusión por lo que han vivido en las primeras dos semanas de camino.
Se han recorrido más de 500 kilómetros de viaje.
Muchos aventureros entonces van a esos hogares en busca de una cama limpia y un poco de comida. Llegan en las mañanas, se quedan uno o dos días y luego se van.
Las únicas reglas que deben cumplir son no permanecer más de tres días, no pelear, no portar armas, ayudar con el aseo y no consumir alcohol o drogas.
Las estadísticas de esos hogares también evidencian que la migración hondureña ha igualado a la guatemalteca, que hace dos años ocupaba el primer lugar.
Llega entonces un descanso necesario y luego todos nuevamente se enfilarán hacia la frontera norte en una rutina similar a la que han vivido. Faltan por lo menos 1,500 kilómetros hacia el río Bravo y unos 2,300 hacia el desierto.
Los indocumentados se dirigen nuevamente a la vía férrea para esperar el tren que va hacia Veracruz, Puebla, Pachuca, Querétaro y San Luis Potosí. Es ahí, en las vías, donde LA PRENSA localiza a varios grupos y nuevamente siente el calor catracho en el país azteca.
Solidaridad
Los obstáculos en el camino hacia Estados Unidos hacen que los viajeros hondureños se unan y solidaricen.
El bien de uno es el bien de todos, aunque en lo que queda de ruta, muchos se separarán.
En Tierra Blanca, los catrachos observan cómo un tren pasa de norte a sur. Todos están a la espera de la máquina que los llevará hacia el norte.
Números fríos
131,823
Indocumentados
Fueron asegurados por el Instituto Nacional de Migración de México hasta el 31 de julio de este año.
240,000 Ilegales
Han sido asegurados hasta el 31 de agosto de este año. Las cifras se dispararon en los últimos tres meses.
5 Por ciento
Crecerá el número de ilegales que este año intentará llegar a Estados Unidos en comparación al 2005.
Cónsul de honduras en Veracruz
María Luisa Vallecillo
“La gente debe pensar antes de hacer el viaje del sueño americano. Deben ser conscientes de que no es necesario venir a que los tiren de los trenes o los roben. Los indocumentados que llegan hasta aquí lo hacen en condiciones lamentables y nunca deja de haber aseguramientos. Uno les dice que no lo intenten, pero la gente no entiende y percibimos que se ha incrementado el paso de hondureños. Cada día nos llega la lista de los asegurados en Veracruz, Acayucan, Córdoba y Tierra Blanca. En promedio, son unas 25 personas diarias. Hemos estrechado el vínculo con la delegación del Instituto Nacional de Migración, que nos mantiene informados de lo que pasa con nuestros compatriotas. Tuvimos el caso de Modesto Motiño, un hondureño que llevaba tres días subiéndose y bajándose de la máquina, hasta que un día se tiró del tren, éste lo succionó y perdió sus dos piernas.
Estuvo cinco meses en el hospital hasta que le ayudamos y logramos que fuera deportado”.
Testimonio de los indocumentados
Luis Bustamante, Comayagua:
“Salí de Honduras porque donde trabajaba no pagaban bien. Dejé a mi esposa y a mi hija y por ellas es que estoy haciendo esto. Lo peor que me ha pasado en el camino es perderme. Me metí por las montañas de El Naranjo y El Ceibo y estuve un día sin encontrar el camino. Caminaba y caminaba, pero no hallaba la ruta. Hay mucha delincuencia y violaciones. Es un camino de selva. Afortunadamente me salvé de que me robaran u otra cosa porque encontré el camino. Otro problema ha sido con los trenes porque nunca había visto uno como los que se ven acá.
En los trenes que salen de Tenosique tratan de violar a las mujeres, también asaltan a la gente. Un muchacho que se subió se quedó dormido y cayó del tren. Tuvo suerte porque cayó en un matorral”.
Jenny Zambrano, Tegucigalpa
“Salimos de Honduras el 17 de agosto. Viajamos en grupo para estar más seguros. Nos vinimos por Agua Caliente y Ciudad de Guatemala. De ahí fuimos a Huehuetenango y a La Mesilla, un punto por el cual están pasando bastantes hondureños. En esa parte se debe pasar por la montaña, al igual que en El Ceibo. Se debe caminar tres días para llegar a Tenosique, México.
El viaje lo empezamos con dos mil lempiras, pero se sufre mucho porque es selva. La delincuencia es mucha, al igual que las violaciones a las mujeres, por eso viajamos todos. éste es un riesgo que debemos tomar porque en Honduras no hay empleo y si lo hay, es muy mal pagado. Por ejemplo, sólo ganaba 2,300 lempiras. Ahora vamos hacia Miami, allá tenemos familiares. Ellos nos están ayudando, mandándonos dinero en la ruta”.
Alfredo Serrano, El Progreso, Yoro:
“Me dedicaba a trabajar en agricultura, especialmente en los campos bananeros. Tengo 54 años y me vine hace un año y medio rumbo a Houston, Estados Unidos. Hasta ahora no me he comunicado con mi familia porque estoy sin dinero y no tengo el teléfono de ellos porque me lo robaron. Empecé mi viaje luego de que tuviera un problema con mi esposa. Ingresé a México por el lado de Tapachula, Chiapas. Ahí me asaltaron y perdí mis documentos. Veníamos por la ruta y nos salieron delincuentes que nos desnudaron. Uno de los que venía no quería dar lo que llevaba, le sacaron un machete y casi lo atacan.
Ya había hecho este viaje, tenía amigos y me quedé trabajando con ellos. Así me he movido por todo el territorio. En Arriaga, más adelante de Tapachula, me quedé 10 días. En Acayucan permanecí tres meses.
Delegado del INM de Veracruz
Humberto Mojica
“La zona principal del movimiento migratorio se da en la parte sur de Veracruz. Hasta el 31 de agosto de este año tenemos registradas a cerca de 13 mil personas indocumentadas aseguradas. De ellas, el 50 por ciento procede de Honduras. El aumento por esta ruta se debe al daño de la vías férreas en Chiapas. Sin embargo, ni siquiera esa situación hace que disminuya la cantidad de gente que entra por Tecún Umán. Por la ruta del golfo se tiene detectada la delincuencia organizada, pero no podemos determinar si son pandillas, y como los indocumentados van escondiéndose, es difícil detectar cuando les sucede algo. Si se accidentan es difícil que los atiendan; si los asaltan, no pueden denunciar de la manera correcta. Lo que uno puede ver en esta ruta es cómo tratan de asaltar a una persona que no trae dinero o posesiones y la avientan a las vías para que le cercenen las piernas. En verdad, eso da coraje. En lo que llevo de gestión, he visto 4 o 5 casos”.