La vívida escena de animales reales y míticos retozando junto a los lagos que había en la Ciudad de México fue pintada por indios aztecas a principios de la década de 1530. Fue un período breve de tolerancia en una época en la cual los españoles destruían la cultura azteca para cimentar su régimen.
El arqueólogo Salvador Guilliem fue quien encontró el mural bajo el piso de un ex convento español. “Todo va a sincretizarse allí, a fusionar dos pensamientos”’, dijo Guilliem en el lugar del hallazgo, en la plaza céntrica de Tlatelolco, donde una serie de ruinas aztecas y estructuras de la era colonial aparecen rodeadas de avenidas transitadas y edificios de los años 60.
Detalles
En el centro del mural se divisa una sencilla cruz cristiana en blanco y negro, flotando sobre un trasfondo mucho más colorido y animado con escenas de pescadores, sapos, peces y otras criaturas. A la derecha y por debajo de la cruz, los indígenas pintaron un ahuizotl, un animal azteca mítico con garras que semejan manos, el cual era considerado sirviente o representante del dios azteca de la lluvia, Tlaloc.
A la izquierda hay un jaguar con una planta estilizada en su espalda, sobre la cual descansa un águila. Es una referencia a nombres de sitios prehispánicos y los reinos anteriores a la llegada de los españoles.