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Cuidado, que su hijo no dañe una obra maestra

  • 28 enero 2010 /

Episodios como el que protagonizó una estudiante distraída al dañar un Picasso son la peor pesadilla de las personas torpes y de los padres que llevan a sus hijos pequeños a los museos.

    Un tropezón. Un codo mal ubicado. Episodios como el que protagonizó una estudiante distraída al dañar un Picasso son la peor pesadilla de las personas torpes y de los padres que, con las mejores intenciones, llevan a sus hijos pequeños a los museos.

    Los carteles de “no tocar” no sirven de mucho cuando se producen accidentes, especialmente si los responsables son lo suficientemente pequeños, e inquietos, como para superar fácilmente las barreras que pueda haber.

    Mucho cuidado

    Julee Morrison, de Taylorsville, Utah, vivió una de esas experiencias traumáticas cuando visitó la mansión-museo de Elvis Presley, Graceland, en Memphis, Tennessee. Lo único que quería era que su hijo de cuatro años se interesase en Elvis. El niño estaba entreteniendo a la familia con sus bromas cuando notaron que el hermanito menor había desaparecido. “Estábamos haciendo fila en la tumba. Miro a mi alrededor y allí estaba mi hijo de 18 meses: parado sobre la tumba. Se había colado de algún modo por la verja de acero. No sabía dónde esconderme”, relató la mujer.

    En el mismo viaje de tres semanas a través del país, el pequeño se trepó por unas rocas falsas de un museo y llegó hasta un dinosaurio. “Me agaché para atarle los zapatos a mi otro hijo. Cuando me levanté, vi que Zac se había trepado por las rocas y se dirigía hacia el dinosaurio para tocarlo”, contó Morrison.

    Y es que un accidente le sucede a cualquier, la mujer que se cayó encima del cuadro “El actor” de Pablo Picasso en el Museo Metropolitano de Arte se tropezó durante una visita con su escuela. El director del museo, Thomas P. Campbell, está analizando las medidas de seguridad a la luz del tajo de unos 15 centímetros (seis pulgadas) que sufrió el cuadro.

    Generalmente estos incidentes no tienen consecuencias graves, pero ha habido numerosos episodios en los que gente torpe daña obras de arte.

    La vasija rota

    Dos años antes, en el Fitzwilliam Museum de Cambridge, un hombre se agachó para atarse los zapatos, perdió el equilibrio y se cayó por una escalera. Fue a dar contra una vasija de la dinastía Qing de casi 50 kilos (100 libras) y de otros dos objetos de fines del siglo XVII o principios del XVIII.

    La vasija se rompió en 113 pedazos. Fue restaurada, pero perdió buena parte de su valor.

    “Me enredé, pisé mal y caí. Destrocé en mil pedazos una cerámica Qing de gran calidad”, declaró Nick Flynn a la AP en esa ocasión.

    “Todos los días hay episodios en los que surge el peligro de un accidente”, comentó Michelle A. Lehrman Jenness, directora de seguridad del Instituto de Arte de Chicago.