Hay trabajadores cansados, con la moral baja, que se confabulan en contra de la empresa o presentan conductas inapropiadas y hasta agresivas como resultado de la frustración que experimentan en sus hogares y en sus puestos de trabajo, influyendo de manera negativa en el desempeño de sus labores.
“Algunos sienten frustración porque no han alcanzado las metas deseadas, por la falta de motivación o las presiones familiares o laborales”, manifiesta Karen Medina, asesora de talento.
Las empresas y los trabajadores deben estar alerta ante esta situación y buscar alternativas de cambio como la consejería y el apoyo psicológico, que les permita, con la ayuda profesional, elevar su autoestima tratando de ser exitosos y competitivos en el ambiente laboral.
Preocupados
En estos días es más frecuente observar a empresarios de las grandes, medianas y pequeñas empresas mostrarse preocupados por la falta de motivación de su personal para mejorar la eficiencia de su trabajo.
Es común encontrar empleados “cansados”, deprimidos, decepcionados que se reúnen con sus amigos para quejarse y en algunos casos conspiran contra la empresa u optan por conductas impropias, como una forma de reaccionar ante la frustración, otros prefieren dejar sus empleos y buscar opciones en el mercado laboral, expresa Medina.
Cuando un ejecutivo que es grosero y abusivo con sus subordinados tiende a convertirse en fuente de frustración para muchos de los trabajadores de la empresa, la situación puede resultar intolerable para aquéllos que no permiten ser manejados por personas con este tipo de actitudes.
Aunque también se dan casos de autoritarismo practicado por ejecutivos, o directivos de entidades educativas o empresariales que tienen complejos de superioridad, por el poder que tienen, lo que se traduce en frustraciones pasadas que lo hacen inseguro en su manejo con individuos sujetos a su mandato que obedecen sus órdenes.
Males que afectan
No todas las frustraciones son conscientes; muchas de ellas, en especial las que sucedieron en la infancia, son reprimidas y permanecen inconscientes pudiendo llegar a convertirse en causa de neurosis o en factor desencadenante de la misma.
Una experiencia frustrante en el trabajo, como las constantes llamadas de atención de un jefe, o la pérdida de un ascenso para el que se había trabajado, pueden desencadenar una reacción agresiva o violenta por parte de cualquier empleado, lo cual puede ocasionarle serios problemas laborales al mismo, e incluso su despido.