La noche del jueves se vivió un encuentro entre fuego, lluvia y música. A las 9:25 p.m., el Estadio Héctor “Chochi” Sosa se sumergió en penumbra mientras los efectos pirotécnicos marcaban el inicio. Una brisa persistente acompañó la espera del público, que con botas, sombreros y prendas de cuero desbordó el recinto sin ceder ante el clima. Así comenzó el debut de Carín León (1989) en la capital hondureña.
El cantante abrió con “Me la aventé” y “Secuelas de amor”, temas que trazaron la línea emocional de la velada. Luego saludó con un mensaje cálido a su público, que respondió con vítores y palmas. La conexión fue inmediata.
Con “Como lo hice yo” reafirmó su estilo melódico y, poco después, “Según quién?” —su popular colaboración con Maluma— desató la euforia colectiva que encendió de lleno la atmósfera del estadio.
El repertorio fluyó con “La farsante”, en homenaje a Juan Gabriel, y continuó con “Te vi con él”, “Ahí estabas tú” y “Alch sí”. Cada pieza demostró su versatilidad vocal y el dominio de un registro que transita entre el dramatismo ranchero y la cadencia del pop regional. La precisión de la banda —con una base de metales ajustada y percusiones impecables— reforzó la potencia del sonido norteño-banda que caracteriza su propuesta.
La intensidad del show creció con “Lado frágil”, “Me está doliendo” y “El amor de mi herida”. Las dedicatorias de León a los “bien pinches dolidos” despertaron sonrisas, gritos y coros en todo el estadio, antes de que sonaran “Si tú me vieras”, “Ese vato no te queda” y “Cuando la vida sea trago”.
La estructura sonora del espectáculo evidenció un conocimiento profundo de los matices del regional mexicano. La tuba marcó el pulso grave; las charchetas añadieron cuerpo, y los saxofones y tololoches dibujaron un sonido redondo que abrazó al público. Cada instrumento consolidó la fusión que define al artista: un regional moderno que asimila influencias del country, el pop y el R&B sin perder su raíz norteña.
A mitad del concierto, Óscar Armando Díaz de León Huez, nombre de pila del cantante, acentuó su identidad musical con temas como “De compas”, “Ni me debes ni te debo”, “Una vida pasada” y “Qué más puedo pedir”.
Sus interpretaciones de “La boda del Huitlacoche”, “Acá entre nos” (Vicente Fernández) y “La puerta negra” (Los Tigres del Norte) evocaron al México clásico, mientras “Que vuelvas” subrayó su potencia escénica.
Enmarcado en su gira por Centroamérica —que continúa en El Salvador, Guatemala y Nicaragua—, el artista selló en Tegucigalpa un capítulo esencial de ese recorrido que lo proyecta, con justicia, “de Sonora para el mundo”.
Pasada la medianoche, el público seguía ávido cuando sonaron “Nunca voy a olvidarte” y “Primera cita”, su despedida definitiva entre fuegos pirotécnicos y ovaciones. Con un último “Muchas gracias, Honduras”, Carín León cerró lo que fue, literalmente, su primera cita con Tegucigalpa.