Supermodelo, figura mediática, amiga de las estrellas, “it girl”... a Cara Delevingne no le agrada ninguno de estos apelativos con los que la gente se refiere a ella.
En agosto de 2015, la maniquí anunció su retirada de las pasarelas de moda.
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Sin embargo, ella es más que una celebridad. Como algunos jóvenes, Cara ha enfrentado problemas de depresión, pero aprendió a amar cada aspecto de su personalidad y cada rasgo físico.
Entrevista
Cara nació en una de las familias más acaudaladas del Reino Unido. Su padre Charles Hamar Delevingne, un inversor de bienes raíces, la acercó a la arquitectura y el cine, mientras que su madre Pandora Anne la introdujo en la equitación, la moda y la gastronomía. Ese entorno fue propicio para que Cara desarrollara un profundo interés por las artes, así como un carácter férreo y hasta voluntarioso.
Hoy, con apenas 23 años, esta británica no se conforma con haber roto esquemas en el modelaje y haber iniciado en la actuación, también quiere conquistar con la música.
Jajaja. La familia es acaudalada, pero no omnipresente ni superpoderosa. Cuando la gente dice que soy “de la alta” lo niego porque no me siento así, no me siento conectada con ese estándar. Soy una mujer trabajadora y me va bien, y estoy agradecida por eso. Nunca he sabido lo que es pasar hambre o lo que es quererme comprar algo y quedarme con las ganas, pero eso no significa felicidad o que vivo una vida banal.
En “Escuadrón suicida”, June Moone (Cara) es una superheroína como una supervillana.
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Creo que parte del aspecto positivo es que soy una lunática entusiasta. Soy muy persistente y no me quedo con un “no” por respuesta. También soy muy exigente, incluso en mis relaciones afectivas. Aprendí el poder que tiene un pensamiento positivo, que la idea de cómo te ves a ti mismo es la que transmites a la gente. Soy la consecuencia de mi familia, de diversas religiones y pensamientos.
El dinero va a inversiones, a producir mi propia música, a ahorrar... A veces dono, por ejemplo, a la Cruz Roja porque siento que es una necesidad, una obligación moral, y no tengo por qué divulgarlo siempre.
También gasto en unas grandes vacaciones, en un maravilloso brazalete, en un estupendo restaurante... Sé que el dinero no es para siempre, ni la suerte ni el trabajo, por eso soy precavida. Esa es la clave. Quizá en un futuro eche a andar una nueva empresa o ayude a alguien. No sé, las cosas suceden.
Cara en “Kids In Love” (2016).
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Es como todo en la vida: algunas personas me aman; otras me odian, pero yo amo la forma en que soy. Solía odiar mis cejas cuando era adolescente, ahora son mi sello personal.
¿Por qué no? Aprendí a actuar en las pasarelas, ¿por qué no tratar? A varios productores les he gustado y otros me han cerrado la puerta sin siquiera darme la oportunidad de audicionar.
No diré quiénes, pero prefiero estar con los que me quieren que insistir con los que no me quieren. Mmm... pero mejor digamos que la actuación me fascina, me apasiona, y que agradezco las oportunidades.
Cara (23) tiene un romance con la cantante St. Vincent (32).
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Siempre lo he hecho. Me considero músico, aunque no soy famosa como tal y, obviamente, no me han escuchado a gran escala; pero toco la bateria y estoy aprendiendo guitarra. Canto, he tomado clases. Me encantaría tocar con Lily Allen, con Duffy, aunque mi héroe es Dave Grohl. Quiero hacer una carrera en la música, pero todo va paso a paso, y ahora estoy concentrada en el cine.
Mis padres creían que modelaba solo por probar, hasta que vieron que me independicé. Ahora me alientan para que construya mis sueños a través de la actuación, la música, la producción... Estoy probando qué es lo que mejor queda en mí, pero juro que, si alguien llega y se convierte en el amor que he esperado y me quiere llevar a vivir a un reino lejano, ¡me voy y lo dejo todo! Haría todo por amor..., al menos eso creo ahora.
Quizá creo en Dios, pero tengo mi propia interpretación. Creo en la naturaleza y en el karma. Creo en hacer el bien y las cosas bien, y quiero el bien.
¡Mucha cultura y gente fantástica!