Luego de una exitosa gira por 'el país del sol naciente', Guillermo Anderson retornó dispuesto a seguir cautivando a sus seguidores.
El ceibeño confesó que su familia fue lo que más extrañó y que aparte de Tokio, le encantó Sapporo.
Estuvo más de un mes en Japón. ¿Qué tal la experiencia?
Puedo decir que fue una experiencia extraordinaria a todo nivel, artístico, cultural y humano.
No fue la primera vez, ¿cierto? ¿Qué encontró de diferente?
Pudimos recorrer muchas más ciudades, y acercarnos más a la cultura japonesa, su forma de pensar y de ver el mundo.
Considera que su gira fue un éxito, ¿por qué?
Si 'éxito' es el aplauso emotivo de los públicos en las 28 ciudades en que actuamos y que se hayan ido para sus casas felices con una primera y buena referencia de nuestro país, sí.
¿Cuál fue la clave del éxito de sus presentaciones?
Quizás el hecho de que hay un público que va a los teatros con entusiasmo a ver música de todo el mundo. Ayuda la confianza de pararme en un escenario con músicos muy profesionales y un espectáculo bien pensado y ensayado.
Me comentaba que sus músicos jugaron un gran papel. ¿Por qué?
Estoy muy orgulloso de los jóvenes músicos hondureños que viajaron conmigo porque demostraron que en nuestro país se puede armar un equipo que responde a ese nivel. Me acompañaron Mito Castillo (percusión y danza) Carlos Umaña (bajo) Javier Pineda (guitarra) Sergio Aguirre (piano y teclados) Melvin Maldonado (batería) Alex Pitillo (percusión garífuna) y Max Urso como ingeniero de sonido.
¿Qué hicieron de diferente?
En realidad no hicieron nada diferente, fueron lo que son: profesionales y sobre todo buenas personas. Cayeron bien al equipo de trabajo y eso, el ser buena gente, es más importante en este mundo de lo que muchos se imaginan.
¿Qué 'Encarguito' catracho llevó a ese país? ¿O se atrevió a degustar lo que ellos comen?
Sólo llevamos la música y nosotros nos ocupamos de saborear la comida japonesa. En los restaurantes se sorprendían de cómo aquella tropa de latinos tomaba sin miedo los palillos y le entraba a los platos mas exóticos.
¿Cómo se comunicaba con el público en Japón? (Ya que no hablamos el mismo idioma).
Ellos quieren vernos cantar en castellano, pero nosotros los sorprendimos cantando un tema en japonés y algunas canciones las presentaba en un japonés que fui perfeccionando durante un mes. No es que aprendí a hablar japonés, pero al final de los conciertos me preguntaron un par de veces dónde había aprendido a hablarlo tan bien.
Cuando a los hondureños nos gusta una canción aplaudimos, gritamos, bailamos, ¿qué hacen los japoneses?
Hacen lo mismo, pero tal vez con un poco más de recato.
¿Es difícil para un cantante hondureño llegar hasta Asia? ¿Cómo hizo usted?
No fue tan sencillo. Los productores consideraron mi trayectoria, el espectáculo y pidieron referencias a productores de otros países en los que ya hemos actuado. Vinieron a ver el concierto, lo filmaron y me entrevistaron.
Después supimos que habían pedido referencias a algunos artistas de renombre que he tenido la suerte de conocer en otros países a través de los años.
¿Qué hacía cuando no estaba en la tarima?
Visitaba lugares de interés, templos budistas, tiendas de artesanías de instrumentos y de electrónica, museos, librerías y restaurantes.
¿Qué canción es la que los japoneses conocen más?
Interesantemente creo que recordarán la versión que hicimos de Malena. Los solos de piano de Sergio Aguirre en el tema recibieron muchos aplausos.
¿Qué aprendió de la sociedad japonesa?
Aprendí mucho sobre su cultura, su laboriosidad, su manera de ver la vida y sus problemas sociales. Me di cuenta que estamos muy lejos de comprender a una cultura con la cual tendremos mucho que ver en un futuro cercano.
¿Hasta dónde quiere llegar con su música? ¿Qué metas tiene?
Seguir componiendo, grabando y viajando a donde me llamen. Por ahora trabajo en proyectos culturales, otros libros y colaboraciones con artistas de otros países. Por ahora tenemos una agenda nacional y fuera de fronteras bastante saludable.
¿Cuáles son sus barreras?
A estas alturas uno aprende a no ver barreras, uno ve retos. En Honduras los retos para un artista son los mismos que para cualquier hondureño. Crear un país seguro en el cual existan las condiciones para poder desarrollarnos.
¿En qué nivel artístico siente que está actualmente?
En el de aprendiz que es el más saludable.
¿Cuál es secreto para haber alcanzado ese nivel?
Mis estudios académicos, años de perseverancia ante lo que parecía imposible, el tener los pies sobre la tierra y un puñado de canciones que la gente considera buenas.
¿Cree que algún artista catracho lo llegue a superar?
Es que siempre los ha habido superiores que yo. Si hablamos de música clásica por ejemplo, hay músicos hondureños mil veces mejor preparados y talentosos que yo que viajan por el mundo con grandes orquestas.
No me considero superior, ni el más catracho ni el más auténtico.No lo soy ni quiero que se me perciba de esa forma. Quizás soy más conocido que otros porque cosecho lo que he sembrado por muchos años.
¡Y en cuanto a fama mucho menos! Si se trata de fama, superar la fama mundial de La Banda Blanca va a ser muy difícil para cualquiera de nosotros.