Se dice que el amor más auténtico y verdadero es el que se da libremente y sin condiciones; sin embargo, hay quienes piensan que este sentimiento no es más que una utopía.
Todo se basa en un concepto de igualdad; cuando la mujer da todo de sí misma con la familia o la pareja, espera ser tratada de la misma manera, pues permanece presente el deseo de que todo lo que ella brinda sea reconocido y valorado.
La principal idea acerca del amor es que las mujeres que se entregan sin condiciones nunca aprenden a poner límites, y es ella misma quien le enseña a su pareja a ser más egoísta, a pensar sólo en él y a no poner atención a las necesidades de ella; en pocas palabras se entrega sin condiciones.
Falsas ideas
La psicóloga Samanta Sauceda comenta que lo anterior es falso, “hay muchas mujeres que aparentan entregarse por completo a una relación en la que el otro ser humano no devuelve nada”.
Sin embargo, es una conducta innata del ser humano, la búsqueda de una gratificación en las relaciones que establece.
No obstante, la idea de querer establecer un condicionante surge consciente o inconscientemente frente al hecho de exponer los sentimientos; ella crea y busca razones y condiciones para amar y que la amen.
Según la experta, esto puede deberse a que la mujer “por naturaleza, tiende a ser más protectora, a cuidar del prójimo a mostrar afecto, dejar sus necesidades de lado para satisfacer las de los demás, por lo que podríamos decir que es una cuestión de género, que claro está, con los cambios que se han dado en los últimos años es posible que ahora las madres inculquen en sus hijos varones la importancia de mostrar los sentimientos, en todas las facetas de su vida”, expone.
Equilibrio
Si ella debe ser sumisa o si debe pedir en la medida que da, es una decisión personal, habrá quien piense que se deben poner condiciones, derechos y obligaciones.
Pero, según Sauceda, lo importante es que demuestre con honestidad lo que siente y que sea éste el motivador que la haga feliz.
“La plenitud de un ser humano radica en su interior y en dar lo que en realidad siente y lo que en verdad cree que la otra persona merece, pues es eso lo que hará que valga la pena, dar, entregarse”, explica.
Amor a manos llenas
Así se deja abierta la puerta para plantear las reglas de una relación plena y completamente recíproca.
No es malo dar a entender a los otros que como mujer se hace lo que está al alcance de las manos por alguien, para merecer lo que queremos, que también necesita recibir para sentirse amada, valorada y apreciada.
Al final es ella misma quien en mutuo acuerdo con el otro, debe buscar el equilibrio en lo que siente, lo que está dispuesta a compartir y lo que espera recibir.
“Todo radica en la comunicación, dice Sauceda, el reconocerse no sólo por los gestos, las miradas, sino el poder verbalizar nuestros sentimientos en particular es lo que generará una relación fortalecida y recíproca.
El respeto a la individualidad de la pareja, del espacio físico y emocional que cada uno requiera, son los precedentes del éxito” aquéllos que la harán libre, completa y feliz.