17/12/2025
09:14 AM

Altruistas en el anonimato

Además de ser madres, educadoras, profesionales, consejeras y amigas, estas damas son ejemplos irrefutables de la incondicionalidad, la entrega y el amor.

Además de ser madres, educadoras, profesionales, consejeras y amigas, estas damas son ejemplos irrefutables de la incondicionalidad, la entrega y el amor.

Cada una de ellas, unidas por una misma causa, se han dedicado a colaborar, compartir, brindar aliento y cariño a todos los que están a su alrededor.

Su labor, además de ser un compromiso con ellas mismas, es un motor, una inspiración y una gracia que Dios les ha dado y que les ha permitido conocer las cosas más bellas de la vida.

Son el ejemplo y orgullo de muchos y uno de los méritos más grandes que se les atribuye es su nobleza, pues prefieren realizar su labor en el anonimato.

Todas cuentan sus vivencias de manera distinta, pero concuerdan en que Dios les ha retribuido mucho más de lo que han dado, llevándolas a valorar más las bendiciones que tienen.

Por su desinteresada labor, en nombre de muchos hoy se les rinde un merecido homenaje.

Glenda Santos

Esta excelente profesional, esposa, mujer y madre de tres hijos decidió ayudar una niña con retos especiales en situación de abandono.

“Cuando la conocí tenía 1 año, padecía de microcefalia, desnutrición severa y pesaba 9 libras”, dijo. El encuentro con su “bebé del corazón”, como ella llama a su hija, surgió del deseo de ayudar. “Yo no sabía nada de lo que tenerla conmigo implicaba, pero aprendí, busqué apoyo de las instituciones y la abracé a mi vida, porque desde que la conocí y la cargue vi un brillo en sus ojitos que no me permitió separarme de ella”, comenta.

De este modo Glenda y su familia han dado un nuevo giro a sus vidas y hoy, después de ocho años, han logrado que la pequeña sea una niña feliz. “Cada uno de sus logros son un triunfo para mí, un reflejo de la mano de Dios. Doy gracias por este ángel que llena mi vida porque si no la hubiera conocido, me habría perdido la dicha que el Señor me dio al tenerla”, afirma.

Luz de María Hernández

Ellas es un reflejo de la constancia, pues además de brindar apoyo a los más necesitados, desde hace muchos años fomenta el amor al prójimo dentro de la escuela que dirige mediante colectas y trabajo educativo social. “Para mí ayudar es cuestión de humanidad, de apreciar la sensibilidad de los demás, de aprender a ser más humildes y agradecidos con lo que Dios nos dio. Ir a visitar a los niños necesitados, hacerles cosquillas o simplemente estar ahí y hacer que otros vean que hay ángeles que necesitan ayuda me llena enormemente”.

“Yo hago mi labor en la medida que puedo como parte de una promesa que me hice hace años; es importante que la gente vea que dentro de la sociedad hay niños y adultos que viven en otro mundo y necesitan ayuda. Muchas veces son ellos quienes a veces destacan más o nos dan grandes lecciones de vida”, comenta.

Ligia Castellanos

Realiza una labor ejemplar desde hace 10 años, no sólo da respaldo integral y capacitación mediante grupos de autoayuda, donaciones, orientación espiritual e integral en el Hospicio San José, sino que también dirige el proyecto “Regálale una sonrisa a la vida”, que inició tras la pérdida de su hija Melissa, y con el cual llevan ayuda, sustento, juguetes y brigadas médicas las regiones más pobres dentro del país. “Mi hija es mi inspiración, todo esto que hoy hago es una parte de lo que ella quería hacer.

Esta labor me llena enormemente porque sé que de haber podido Melissa la hubiera hecho también; si no la hiciera, no estaría en este mundo porque pienso que si Dios nos ha bendecido con algún don, hay que compartirlo”, comenta. “Las sonrisas o los ojitos de los niños cuando les llevamos cosas a las montañas son inigualables, me ayudan a disfrutar de la vida, a servir a mi gente, a luchar y seguir adelante”, finaliza.

Las Hermanas de Jesús

Buen Samaritano y su ayuda a los pobres más pobres no tiene límites. Agradecidas con Dios por el llamado a su servicio y por la fortaleza que les ha brindado, nueve hermanas consagradas, entre ellas la hermana Carmen Bueso, son un ejemplo de que las cosas más sencillas para la gloria de Dios se representan en la entrega de cada día. “Nuestra fortaleza está en Dios, en hacer cosas sencillas para su gloria, en la generosidad de la gente, en la realidad y la necesidad que viven las personas y en el llamado del Señor para ayudar a quienes lo necesitan”, refiere.

“Nuestro mensaje es de amor a Dios y al prójimo, que las mujeres recuerden que sí podemos salir adelante, siempre agradeciendo primero al Creador Divino y acordándonos de que hacemos las cosas para su gracia, no por sobresalir, sino por ayudar; que tenemos dignidad y que somos útiles para el prójimo”, expresa Bueso.