Concluido el proceso de votación general, se calcula que más de tres millones de ciudadanos acudieron el domingo pasado a elegir a las autoridades que dirigirán Honduras en el periodo 2026-2030.
El abstencionismo podría ser menor al 50%, considerando que el censo electoral registraba 6.5 millones de hondureños habilitados para ejercer el sufragio, tanto en el país como en el extranjero.
Fuentes de la empresa Smartmatic informaron a LA PRENSA que, pese a los problemas de conectividad que provocaron retrasos en algunos centros de votación, los dispositivos electrónicos se utilizaron en un poco más del 90% del proceso.
Basado en ese registro, se estima que se autenticaron más de tres millones de votantes. Sin embargo, al no haberse podido autenticar el restante 10%, todavía se desconoce la cifra exacta del total de participantes.
Cossette López, consejera del Consejo Nacional Electoral (CNE), declaró a la cadena internacional CNN que alrededor de 3.7 millones de hondureños ejercieron el sufragio y que el 88% de los lectores biométricos funcionaron durante la jornada.
Augusto Aguilar, exmagistrado del desaparecido Tribunal Supremo Electoral (TSE), resaltó que la participación ciudadana fue saludable y posiblemente superó la de procesos electorales anteriores.
Las cifras analizadas indican que en las elecciones generales de 2021 participaron más de 3.5 millones de personas, con una carga electoral que superaba los 5.1 millones.
En los comicios de 2017, el entonces magistrado del extinto TSE, David Matamoros Batson, convocó a más de 6.2 millones de votantes, aunque solo unos 3.4 millones acudieron a las urnas.
Cifras regionales
Lester Ramírez, analista y experto en temas electorales, comentó que la participación en las elecciones de 2025 fue de alrededor del 65% del censo, unos cuatro puntos menos que en 2021, cuando alcanzó el 69% de las personas habilitadas. Para Ramírez, esto no constituye una mala noticia, ya que Honduras se mantiene por encima del promedio latinoamericano.
Aguilar enfatizó que se deben esperar las cifras oficiales al cierre del proceso, y explicó la diferencia entre abstencionismo y ausentismo: el primero corresponde a quienes estaban habilitados y decidieron no votar, mientras que el segundo incluye a quienes aparecen en el censo, pero se trasladaron al extranjero y no pudieron sufragar.
El exmagistrado señaló que algunas Juntas Receptoras de Votos (JRV) lucieron abarrotadas por fallas del sistema biométrico, principalmente por dificultades en el reconocimiento de huellas y rostros, sobre todo en personas adultas mayores.
Recordó que la carga electoral para cada JRV es de 300 electores; en Estados Unidos, en cambio, se asignaron 1,200 votantes por junta, aunque allí solo se elige al presidente.
Aguilar consideró que en Honduras la población continúa apoyando al bipartidismo, lo cual —según dijo— quedó evidenciado nuevamente el domingo 30 de noviembre. Añadió que el triunfo de Libre en 2021 respondió a una coyuntura.
“Vea usted cuánto fue el porcentaje que sacó Libre, muy poco; quiere decir que sigue predominando el bipartidismo. Y eso no solo ocurre en Honduras: hay países como Inglaterra y Estados Unidos donde existe el bipartidismo y por eso en Honduras no es necesaria la segunda vuelta”, afirmó.
Ramírez, por su parte, indicó que los resultados permiten dos lecturas. La primera: un voto de castigo contundente contra el Partido Libertad y Refundación (Libre), lo cual —explicó— significa que ocho de cada diez hondureños votaron contra la oferta de continuismo del oficialismo.
“Eso quiere decir que Honduras no comulga con pensamientos o ideologías de izquierda, no comulga con pensamientos o vinculaciones que lo pongan dentro de países relacionados con Venezuela”, analizó.
También señaló que los resultados envían un mensaje a Libre: si desea seguir siendo competitivo, debe modificar su planteamiento ideológico, renovar sus estructuras de liderazgo y proponer una nueva agenda programática.
La segunda lectura —añadió— es que el respaldo ciudadano a los partidos tradicionales representa una oportunidad para que impulsen cambios duraderos, que impacten en la vida de la población y conduzcan al país hacia la estabilidad.