Kiev. La crisis en Ucrania, considerada el granero de Europa, corre el riesgo de afectar a una producción agrícola vital para el país y para los mercados internacionales.
La larga recesión que golpea a Ucrania de forma casi ininterrumpida desde hace dos años no afecta todavía a la producción agrícola -sobre todo de maíz y trigo-, una de las escasas satisfacciones económicas del país, a diferencia de su industria metalúrgica, que se enfrenta a grandes dificultades.
Esa producción agrícola alcanzó el verano boreal pasado un nivel récord (63 millones de toneladas de granos básicos, entre otros), que permitió a Ucrania quitarle este año a Rusia, otro gran productor, su tercera plaza entre los exportadores mundiales de cereales.
Llamada granero de Europa por sus tierras negras, entre las más fértiles del mundo, Ucrania es observada con preocupación por los mercados agrícolas de todo el mundo. Es cierto que el caos político aún no afecta sus exportaciones, pero el derrumbe de la moneda ucraniana y la crisis bancaria ya empiezan a sentirse en el ámbito agrícola.
En plena época de siembra de primavera, los temores crecen sobre lo que ocurrirá con la producción este próximo verano.
El gabinete francés redujo claramente en abril sus previsiones de producción de maíz y trigo, respectivamente a 23.3 millones y 18.3 millones de toneladas, 18 y 16% menos que el año pasado.
¿A qué se deben esos retrocesos? Fundamentalmente a la subida de los productos importados (carburantes, semillas, abonos, material) causada por el derrumbe de la moneda, que castiga a los agricultores y les resta liquidez.
Actualmente, los bancos solo aceptan prestar a tipos de interés que superan a veces el 30%, un nivel prohibitivo para los agricultores.
La consecuencia es que siembran menos maíz y optan, por ejemplo, por la soya. AFP.