Esta semana se firmó el fideicomiso por medio del cual la banca privada nacional otorgará al gobierno central 600 millones de lempiras para la reconstrucción de las zonas afectadas por las lluvias el mes anterior.
En el cierre de la primera quincena de octubre, un sistema de lluvias originó crecidas en ríos, desbordamientos, deslizamientos de tierras y pérdidas millonarias en infraestructura, principalmente en los departamentos de la zona sur del país, donde la devastación fue grande.
La imagen insignia de la emergencia climática fue la del kilómetro 54 de la carretera al sur, que resultó dañada y tuvo que cerrarse al tráfico pesado que va hacia El Salvador.
Inmediatamente aparecieron las ayudas de diversos sectores del país con la intención de subsanar los daños ocasionados por el desastre natural, que dejó muerte y destrucción en los mencionados sectores.
Como parte de esa ayuda surgió la iniciativa de un préstamo sindicado entre tres grandes bancos del país con la intención de abrir los canales para que la ayuda llegue a más hondureños.
En ese marco se firmó el crédito sindicado, cuyo administrador será el Banco Ficohsa.
Por parte del Gobierno de Honduras se firmó el acuerdo con la Secretaría de Finanzas, que será la encargada de distribuir los fondos de acuerdo a las necesidades que se vayan presentando.
Los bancos participantes son Ficohsa, Occidente, Atlántida, cada uno con un aporte a la transacción de 200 millones de lempiras. En este año la banca nacional ha alcanzado grandes niveles de liquidez, lo que le permite estar abierto a este tipo de movimientos.
Además de este préstamo, del que no se dieron detalles, la Administración Lobo Sosa ha recibido ayudas diversas de países amigos como Taiwán, que atendieron al llamado hecho por los gobiernos de la región.
La firma del acuerdo y creación del fideicomiso llega apenas dos semanas después de la tragedia, por lo que el gobierno contará de manera casi inmediata con los fondos necesarios para afrontar la emergencia.
Tras el paso de la tormenta tropical, los gobiernos de Honduras, El Salvador y Guatemala se unieron para pedir ayuda a la comunidad internacional y comenzar la reconstrucción. Las lluvias en la región dejaron a su paso la pérdida de casi un centenar de vidas humanas, terrenos agrícolas inundados e infraestructura dañada.