En el pasado, el cólera era una enfermedad espantosa. Ahora es tratable. Sus víctimas antes perdían fluidos y morían por deshidratación. Ahora sobreviven gracias a un tratamiento en el que se inyectan fluidos de forma intravenosa hasta que el paciente se recupera.
El tratamiento para las crisis de liquidez en el sistema financiero es el mismo. Las instituciones financieras, que antes gozaban de salud o sólo estaban levemente enfermas, pierden liquidez y colapsan. Eso dispara una epidemia de insolvencia que contamina al resto de la economía.
Los bancos centrales son los encargados de suministrar el remedio. Proveen la protección frente al colapso y el contagio y rescatan a las instituciones financieras al darles asistencia de emergencia.
La actual crisis financiera ha dejado muy en claro el papel vital de los bancos centrales, pero la crisis ha sido tan intensa que incluso estas autoridades monetarias están siendo puestas a prueba.
La pérdida de liquidez ha sido tal que no han podido suplir los enormes montos de dinero que han huido del sistema. Los Gobiernos se han dado cuenta y se han sumado a la lucha, pero aun así los montos inyectados son mucho menores que los que han salido.
Cifras agregadas mundiales ilustran la magnitud del problema y muestran qué será necesario para revertir la tendencia a la baja y volver al crecimiento.
El valor total del mercado de bonos, acciones y activos bancarios era de US$ 229 billones en 2007, lo que equivale a 4.2 veces el valor en dólares de la producción mundial de bienes y servicios.
Ese múltiplo era aparentemente demasiado alto. Es posible diseñar un sistema de intermediarios financieros que puedan apoyar un múltiplo mucho más alto, pero el sistema que existía sufría de muchos defectos. Había problemas de supervisión y gobierno corporativo, riesgo moral e incentivos perversos.
La regulación era demasiado fácil de evadir y los premios para los evasores eran mucho mayores que los riesgos para quienes actuaron de forma imprudente.
Cuando los precios de los bonos respaldados por hipotecas comenzaron a bajar, los expertos se preguntaron cuánta liquidez podrían inyectar los bancos centrales para cubrir las pérdidas.
Un indicador común, el monto total de reservas de divisas en las arcas de los bancos centrales en todo el mundo, estaba en US$ 6.5 billones.
Antes de la crisis, esa cifra podría haber sido vista como más que lo necesario, pero ahora parece insignificante.
Los bancos centrales tienen la autoridad para potencialmente inyectar montos ilimitados en sus respectivos sistemas financieros, así que, en teoría, sus recursos son mucho mayores.
No obstante, incluyendo el estímulo fiscal de los Gobiernos, la respuesta ha sido demasiado pequeña y demasiado lenta como para prevenir el daño, evidenciado en las noticias diarias de despidos, cierres de plantas, bancarrotas y bajas en el volumen de comercio internacional.
La respuesta ha sido larga y reticente porque muchos no están seguros de si prefieren intervenir agresivamente o dejar que los pecadores paguen por sus culpas.
Algunos expertos dicen que el desapalancamiento es natural, inevitable y saludable desde un punto de vista darwiniano. El sistema financiero, dicen, se volvió demasiado grande, la avaricia comenzó a controlarlo todo y los precios de los activos subieron demasiado.
La visión contraria es que los defectos del sistema financiero y las torpes decisiones de algunos administradores de 'hedge funds' -fondos de cobertura- ya han hecho demasiado daño.
Asumiendo que la voluntad popular sea reactivar la economía, ¿cuánta intervención es necesaria? La cifra total podría llegar a US$ 100 billones. Eso elevaría el valor total de los activos financieros y tangibles al nivel de 2007.
Esos US$ 100 billones serían aportados por todos los Gobiernos y bancos centrales en el mundo y proveerán suficiente liquidez en efectivo y garantías de crédito para comprar todos los activos financieros riesgosos en el orbe y también bastará para reactivar los precios de mercado de las casas, empresas y minas, también a su nivel de 2007.
La intervención vendrá en forma de estímulos fiscales, programas para comprar activos riesgosos y un programa de recapitalización de bancos más global y compresivo.
Eso restaurará las líneas de crédito para empresas y consumidores y aceitará las ruedas del comercio internacional. A esto se sumarán programas de obras públicas.
La visión del Banco Interamericano de Desarrollo
En la reunión del BID en Nicaragua, su presidente, el colombiano Luis Alberto Moreno, habló sobre la crisis actual y la forma de enfrentarla.
¿Qué tipo de recomendaciones, en término de políticas, puede usted dar a los países de la región?
Es imperativo que los países usen el dinero sabiamente para asegurar que no se destruyan sus recientes avances en la lucha contra la pobreza. Es importante, por ejemplo, invertir en las redes de seguridad social, particularmente en los programas de transferencia condicional de efectivo, que aseguran la permanencia de los niños en las escuelas y un apropiado cuidado de salud. También necesitamos evitar el proteccionismo, que puede agravar la situación y destruir las relaciones comerciales.
¿Qué está haciendo el banco para ayudar a los países a enfrentar la crisis?
El BID ha creado en octubre un fondo de liquidez de emergencia por US$6,000 millones para proveer financiamiento para los bancos de la región a fin de que puedan continuar otorgando préstamos a las empresas. Costa Rica, El Salvador y Jamaica ya han usado estos fondos. Estamos comprometidos a incrementar nuestro financiamiento a la región.
Las inversiones del BID han sufrido el impacto de la crisis. ¿Cómo puede afectar esta situación a su política de préstamos?
Nuestros préstamos y operaciones no han sido concretamente afectados. Más del 99 por ciento de los activos y valores respaldados por hipotecas que están en nuestra cartera continúan pagando capital e intereses, y más del 80 por ciento conservan su calificación en el más alto grado de inversión.
¿Qué cantidad se propone prestar a la región este año?
Podríamos aprobar una cifra récord de hasta 18,000 millones de dólares.
¿Cuáles son sus expectativas para 2009?
Ésta es una época difícil y la región va a necesitar un respaldo mayor por parte nuestra.