En Washington, Nueva York o Chicago, estos asalariados marcharon para reclamar un sueldo horario de 15 dólares, cuando el salario mínimo en numerosas cadenas de comida rápida es de 7.25 dólares.
'Yo trabajo pero sigo dependiendo de la ayuda gubernamental para mis gastos y los de mi familia', declaró Shementia Butler, de 33 años, empleada de una cadena de hamburguesas en Washington y madre de dos niños.
'Todo el mundo debe combatir esta injusticia. Trabajamos duro pero simplemente no tenemos lo suficiente para vivir', concordó Yaya Badji, senegalesa de 29 años que gana unos 800 dólares al mes en la sandwichería 'Au Bon Pain' de la capital.
Luego de las anteriores movilizaciones realizadas a fines de 2012 y en agosto pasado, los organizadores afirman que las manifestaciones se extienden ahora a unas 200 ciudades y presionan al Congreso y a la administración de Barack Obama para que actúen.
'Obama, escucha, estamos en la calle', coreaban los manifestantes que marchaban en el barrio de los museos, cerca del Capitolio, sede del Congreso.
Durante la campaña por su reelección, Obama se había comprometido a aumentar el sueldo mínimo de 7.25 a 9 dólares, un incremento rechazado por la oposición republicana y considerado insuficiente por los gremios locales, que impulsan la movilización.
Los empresarios gastronómicos continúan defendiendo su posición. El grupo McDonald's dijo que 'ofrece salarios y beneficios competitivos' a sus empleados y rechazó el llamado a la huelga, afirmando que sus restaurantes permanecen abiertos.
La asociación nacional de la gastronomía (NRA) va más lejos, calificando la movilización como 'una operación de propaganda' montada por los sindicatos. AFP