Redacción.
Piense en la última vez que llegó a casa del trabajo completa y totalmente seco. Estoy hablando de agotamiento, teñido de frustración y rojo de coraje. Quizá incluso se sintió desesperanzado. Si usted es como yo, sentirse enojado y desesperanzado no es su estado natural. Y para los que amamos nuestro trabajo, sentirse negativo es doblemente doloroso porque simplemente no debería ser así.
Lamentablemente, pasamos demasiado tiempo y energía manejando sentimientos destructivos en el trabajo, y es parte del motivo por el que mucha gente no está involucrada. También es la causa por la que a menudo no estamos a la altura de todo nuestro potencial. No procesamos información ni tan rápido ni tan bien, y tomamos malas decisiones. No somos muy creativos y no nos adaptamos conforme cambia el mundo que nos rodea.
La disonancia es una epidemia en nuestras organizaciones. ¿Por qué? Por presión, cambio, demasiado trabajo, muy pocos recursos.
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Veamos lo que podemos controlar, empezando con cómo manejamos el poder.
El poder, y no el dinero, es la verdadera moneda de las organizaciones. La gente más fuerte toma las decisiones y apunta la dirección a seguir. Hay muchas formas de volverse verdaderamente influyente en el trabajo. Dentro de las opciones sanas figura esforzarse por ser el mejor para armar un excelente equipo, y ser el centro de los flujos de información. Cuando ostentamos este tipo de poder, nos sentimos muy bien con nosotros mismos, y la gente confía en nosotros y quiere seguirnos.
Desafortunadamente mucha gente o no sabe cómo obtener y conservar poder en formas positivas, o deliberadamente participa de comportamientos destructivos. Hacen estragos reteniendo información que otros necesitan, por ejemplo.
Para aprender cómo manejar su propio poder y el de los demás, primero debe hacer un chequeo de agallas. ¿Se aleja de gente dominante? ¿Se resiste a la autoridad? En verdad, mucha gente está atrapada en dependencia disfuncional con gente con poder o es contradependiente (plantándoles cara) solo para demostrar que puede ganar.
Para los líderes, profundizar el conocimiento propio lo ayudará a reconocer que la gente lo considera poderoso (e incluso tal vez le tenga un poco de miedo). Tiene su destino en las manos, y sus sentimientos lo salpican fácilmente. Saber cómo usar su poder le permitirá crear un clima donde todo mundo pueda ser su máximo y hacer lo mejor. No cedamos ante la disonancia que se ha convertido en algo automático en tantas compañías. Hagámonos cargo de nosotros, primero.