La crisis económica de 1929, tantas veces evocada cuando se habla de los actuales problemas financieros, empezó con un desplome bursátil sin precedentes en Estados Unidos que provocó un aluvión de quiebras y de desempleo en el conjunto de los países industrializados.
Todo empezó el jueves 24 de octubre de 1929 en la bolsa de Nueva York: 13 millones de acciones salieron aquel día a la venta, pero la falta de compradores hizo que los precios se hundieran. El pánico se generalizó, los inversores y los curiosos se precipitaron a la sede de la bolsa, mientras los 'vendo, vendo' de los corredores bursátiles cobraban fuerza. A mediodía, el Dow Jones había perdido el 22,6%. En unas horas, miles de accionistas estaban arruinados.
La leyenda dice que al acabar la mañana 11 se habían suicidado saltando de los rascacielos de Manhattan. En total, entre 7.000 y 9.000 millones de dólares de la época se evaporaron en una sola jornada. La bolsa perdió el 30% de su valor en octubre y el 50% en noviembre. Las pérdidas totales alcanzaron los 30.000 millones de dólares, diez veces el presupuesto federal y más dinero del que le costó a Estados Unidos la Primera Guerra Mundial.
El 'jueves negro' se instaló en la memoria colectiva y se saca a colación a cada temblor de una plaza bursátil. La debacle financiera fue el anuncio de la Gran Depresión en Estados Unidos y Europa. Sin embargo, la economía estadounidense de los años 20 tenía un aspecto espléndido, gracias al alza de los beneficios empresariales y de los precios de las acciones. Alrededor del 2% de la población estadounidense tenía acciones, un medio fácil de ganar dinero.
Wall Street alcanzó su mayor nivel histórico el 3 de septiembre de 1929. Los especuladores que no disponían de medios hacían sus operaciones a crédito o usando otras acciones como garantía. Nadie se dio cuenta de que los valores bursátiles eran exagerados, de que Wall Street había perdido cualquier contacto con la realidad económica.
Los efectos del 'jueves negro' empezaron a sentirse en todos los mercados, empezando por Londres. En la primavera boreal de 1930, Estados Unidos entró en recesión, la producción bajó y las quiebras se sucedieron, con el consiguiente aumento brutal del desempleo.
Lo que no parecía más que un accidente bursátil, se transformó rápidamente en una crisis internacional de una formidable intensidad, la peor que ha conocido el capitalismo. A causa del peso económico de Estados Unidos --45% de la producción industrial mundial--, la crisis de los años 30 afectó a todas las economías occidentales. La recuperación en Estados Unidos empezó en 1933 con el New Deal del presidente Franklin Roosevelt y su política de intervención en la economía. En Alemania, la crisis económica y social aceleró la caída de la república de Weimar, posibilitando la ascensión del partido nazi de Adolf Hitler, cuya política de rearme y de grandes obras públicas devolvió el tono a la economía.