Julio César de León es todo un personaje en Tocoa y todo lo que hace es noticia. Lo era desde antes de llegar y ahora todo lo que hace y expresa es escuchado y visto detalladamente por la gente.
Por la mañana llegó a decirle al cuerpo técnico que estaba listo para jugar. “No nos trajo ningún documento y no podíamos arriesgarlo”, dijo Horacio Londoño, asistente técnico de Real Sociedad, quien desde antes adelantaba que el volante no jugaría.
Se encerró en su cuarto, siempre en el hotel de concentración, y no salió ni a comer. Su esposa bajó al restaurante y le llevó la comida.
A la 1:30 pm, cuando faltaba media hora para el juego, el sector preferencial se paró y recibió con altos honores a su ídolo. “Atención, llega Rambo. Le damos la bienvenida”, dijo el animador del ambiente en el Francisco Martínez Durón.
No lo pudo evitar. ‘Hola’ le decía a cada uno de los que se encontraba. Tomaron varias fotos. “Hey, vos, cómo te va”, le gritó un fotógrafo que estaba en la cancha. El sonido de sus primeras palabras disparó el flash de las cámaras, que rápidamente ya tenían una de las fotos esperadas.
Vio el primer tiempo en preferencia, acompañado por dos hermosas damas; una de ellas era su señora. Desapareció durante el entretiempo. Ya estaba en el camerino con sus compañeros y de ahí ya no se iba a mover hasta, claro, cuando terminó el partido.
Antes de irse habló con todos los medios presentes y, entre otras cosas, el mediocampista creativo advirtió: “Confío en que podemos ser campeones. Este equipo la gente lo hace pequeño, pero en la cancha es grande”.
Para el juego de vuelta se reporta listo: “Estoy bien, pero aclaro que a la antigua, no crean que inyectándome células madre, como se decía. Me fui sin hacer ruido a la playa, con ladrillos y hielo”.
Rambo dice que será más bonito irse a traer la copa de campeón a la capital. ¿Les pesará el estadio Nacional? “Para nada, yo he jugado en escenarios más importantes como el Azteca y La Bombonera que pesan, pero el Nacional no”.
