José Mourinho vivió con máxima tensión el partido de la vuelta de las semifinales de la UEFA Champions League contra el Bayern Múnich, equipo que terminó pasando a la final al imponerse en la tanda de penales.
Era tal la tensión que había en el estadio Santiago Bernabéu que el propio Mourinho se tuvo que arrodillar para seguir la tanda de penaltis, después del final del tiempo extra y 90 minutos reglamentarios con marcador de 2-1, global de 3-3.
En uno de los lanzamientos ni siquiera quiso mirar a la portería y tras el disparo de Bastian Schwensteiger, que dio la clasificación a los alemanes, el entrenador del Real Madrid se marchó desolado a vestuarios.
