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La tercera no fue la vencida para Holanda

  • 12 julio 2010 /

La rudeza, el juego feo y el pragmatismo tampoco le sirvieron a Holanda, que por tercera vez salió de una final de la Copa del Mundo con la cabeza gacha, tras peder ayer ante España en el Mundial de Sudáfrica.

    La rudeza, el juego feo y el pragmatismo tampoco le sirvieron a Holanda, que por tercera vez salió de una final de la Copa del Mundo con la cabeza gacha.

    En un partido que se puede caracterizar como el más sucio de los 80 años de historia de finales, las cuentas no mienten: los holandeses recibieron ocho tarjetas amarillas, acabaron con 10 hombres por la expulsión de John Heitinga y hasta lo último marcaron al límite.

    Las faltas de Holanda sumaron 28, la peor de todas una patada estilo karate que Nigel de Jong le plantó en el pecho a Xabi Alonso en el primer tiempo. Era para la roja directa, pero el árbitro inglés Howard Webb optó por la amarilla.

    No cabe duda que Holanda quiso coartar el armonioso juego de pases de España, fue obvio de entrada. Lo logró durante 116 minutos hasta que Andrés Iniesta clavó la daga para el 1-0 definitivo con un remate cruzado, justo cuando la definición por penales se avizoraba en el horizonte.

    En su primer intento, España se coronó campeón por primera vez. Para Holanda, en cambio, la tercera ocasión no fue la vencida.
    El técnico holandés Bert van Marwijk se aburrió de decir que había tomado las riendas para conseguir de una vez por todas el esquivo título que se le negó a la “Oranje” de la década de los 70.

    Ésa fue la grandiosa generación de Johan Cruyff y Johan Neskeens, la del brillante e innovador “Fútbol Total”, que no pudo levantar la Copa al sucumbir ante los anfitriones en las ediciones de 1974 y 1978.

    Al amargo desenlace de la noche del domingo en Johannesburgo, Holanda tiene las derrotas 2-1 frente a Alemania en 1974 y el 3-1 contra Argentina en tiempo extra cuatro años después.

    Se dice que el fútbol le tiene una deuda a esas selecciones de los 70, y las que siguieron posteriormente con Marco van Basten, Ruud Gullit y Dennis Bergkamp.

    Pasaron 32 años para volver a una final y Van Marwijk se la jugó con otra fórmula, una radicalmente opuesta al juego vertical, sin ponerse a especular.

    Su insistencia fue que quería acabar con la autocomplacencia que hacía que Holanda flaquease en las horas decisivas de las grandes citas, a lo que se atribuye que el trofeo de la Eurocopa de 1988 sea el único título importante que adorna sus vitrina.