El fútbol es un sistema que implica organización, definida como el resultado del funcionamiento de varias partes que sólo tienen sentido cuando están ligadas.
El fútbol como sistema, y como un todo, sólo para efectos de análisis y comprensión científica se divide en exigencias fundamentales: estructurales, bioenergéticas y psicosociales.
Las exigencias estructurales son fundamentalmente, la técnica y la táctica. Las exigencias estructurales parten en dos conceptos: el fútbol como un juego con oposición directa del adversario y el ataque y la defensa. De estos dos conceptos anteriores se deriva una estructura genérica que comprende la disposición de los jugadores en el espacio de juego. Así también resume los diferentes posicionamientos de salida y de llegada.
Las exigencias bioenergéticas se refieren a la estructura condicional del fútbol que podría definirse como interválica y acíclica, donde se producen situaciones como esfuerzos de carácter discontinuo y de intensidades variables de forma aleatoria; respondiendo a las distintas fases y exigencias del juego. La cantidad y calidad de éstos esfuerzos estará claramente influida por su capacidad física. Este es el objetivo del profesional de la preparación física y lo deja plasmado en la planificación y desarrollo de los entrenamientos.
Las exigencias bioenergéticas tienen una relación directa con la estructura del juego: la presión colectiva obliga a una mayor capacidad de trabajo, la élite se distingue por realizar mayor número de acciones de alta intensidad, de lo que se desprende una mayor utilización del sistema anaeróbico, etc.
Sin embargo, tanto las exigencias estructurales como las exigencias bioenergéticas necesitan apoyarse en una exigencia oculta y menos visible y medible, pero no menos importante.
El pensamiento o inteligencia táctica, la lógica motriz, el punto de vista neurofisiológico o sea la funcionalidad del sistema nervioso y la psiquis del humano-futbolista y la regulación psicológica cimientan los procesos cognitivos y estos determinan el comportamiento del jugador.
Bueno, bajo éstos componentes se busca competir profesionalmente, pero el futbolista lo juegan y dirigen humanos con sus virtudes y defectos, demasiada gente influye en la tarea de hacer fútbol como espectáculo, como trabajo y como entretenimiento, y por la falta de información o por hacer daño se afecta seriamente la labor.
Olvidémonos del línea que anula una jugada de gol, pensemos en el ministro que separa el deporte y el arte y que cree que tiene más valor un teatro que un estadio, y el alcalde que se cree dueño de un estadio que se había quedado sin equipo, y que ahora que existe y está a punto de lograr la conquista más importante para la ciudad, niega el inmueble, con su nombre, para entrenar.
Todavía hay que aceptar que la tierra es plana y que el fútbol es una práctica contra la religión y las buenas costumbres en un país de pequeños reyes y bufones. Tanto el ministro y el alcalde que pensarán del presidente y sus colaboradores más íntimos fieles seguidores del Olanchano.