Siempre que juegan Honduras-México, los norteamericanos son favoritos. Ellos tienen un sinfín de argumentos a su favor: Infraestructura, una federación y liga millonarias, patrocinadores de cobertura mundial, muchos y excelentes jugadores, un fútbol base superior, tres mundiales organizados y grandes contactos con las élites del fútbol.
Gracias a Dios, este deporte, muchas veces, es tan ilógico que Honduras le ha ganado ya varias veces a México y le ha impedido estar en mundiales y Juegos Olímpicos.
Y uno de los factores que más pesa para que la ‘H’ haya vencido y dejado en crisis al ‘Tri’, es el envión anímico que le dan los mismos mexicanos. Previo a estos partidos surgen personajes amnésicos, unos por su hambre desmedida de alimentar su ego de sabihondos y ganar likes en redes sociales, otros por su carácter supremacista, algunos por fanfarrones y otros por ignorancia, menosprecian a la selección hondureña.
Estos personajes mexicanos son tan previsibles que antes de los partidos empiezan una cantaleta que ya nos la sabemos de memoria: “En Honduras y Centroamérica se juega con pelota cuadrada”, “A lo que hay que temer es a las patadas”, “Raúl Jiménez (o el jugador destacado del momento) arriesga su carrera en Honduras”, “Son una caricatura de equipo”, “No existen”, “No vamos a jugar contra Brasil o Alemania”.
Claro, desde el poder que les da trabajar en medios poderosos, o con el antecedente de algunos analistas que jugaron fútbol en equipos importantes, se dan el lujo de mirarnos por arriba del hombro y de espetarnos, “¿Qué han ganado ustedes?”, “Ustedes no han ganado nada”, “No son nadie”.
Se les olvida, a estos amnésicos, que, por ejemplo, a Javier Aguirre el fútbol hondureño lo dejó sin Mundial de Clubes al endosarle en 2001 Olimpia un baile y una paliza de 4-0 al Pachuca en Los Ángeles; en el camino al Mundial de Alemania-74, les arrancamos un empate en Puerto Príncipe que los dejó sin opciones de asistir a la cita mundialista; también les impedimos clasificar al Mundial de España-82 con un 0-0 en Tegucigalpa.
Que tampoco se les olvide que los eliminamos y los dejamos llorando en Hersey, Pensilvania, en el partido por el boleto a los Juegos Olímpicos de Sydney 2000.
Aquí en San Pedro Sula los hemos sonrojado cortando los procesos de ‘Ojitos’ Meza y Sven-Göran Eriksson, y tras el ‘Aztecazo’ con que los mandamos al repechaje, despidieron abruptamente horas después a ‘Chepo’ de la Torre en 2013.
Y en uno de los episodios más memorables, recordar cuando el portero Oswaldo Sánchez le imploró a David Suazo que no siguieran atacando porque otro gol hondureño los podía hacer perder el boleto a la hexagonal rumbo a Sudáfrica 2010.
De los jugadores mexicanos, cero reproches. Son unos caballeros, siempre dan entrevistas cuando los periodistas hondureños las solicitan y son amables con la gente. Claro, siempre hay alguno que se la pasa de vivo como el ‘Chino’ Huerta que también nos vio de menos y se la tiró de guapo e importante tras ser goleados este año por Uruguay en un partido amistoso previo a la Copa América.
Así que jugadores aztecas, el enemigo de México es México. Lo tienen en casa. Convive a diario con ustedes. Ellos con su menosprecio alientan, en este caso a Honduras, lo motivan, lo lanzan como león al Coliseo Romano, lo hacen sacar ese extra. No son muchos, pero sí suficientes para motivar a un equipo que eternamente ha sido despreciado por sus “estrellas” del micrófono y la televisión.
