La vida nos da momentos únicos y personas especiales; es importante reconocerlo y ser agradecidos, ya que el simple hecho de estar vivos es un privilegio.
El Evangelio nos recuerda: “No lleven bolsa ni alforja ni sandalias” (Lc 10,4). Es un llamado a no aferrarnos a lo que no nos conduce a Dios. A soltar personas, espacios.
No descansamos de vivir esforzados y vivir bien, no solo en este tiempo, sino en la eternidad los costos son grandes, quizá implica perder para que otros ganen.