El tiempo desmedido ante los dispositivos tecnológicos aumentan la aparición de problemas emocionales o conductuales, como ansiedad, depresión, agresividad e hiperactividad.
Cuando no se “amuebla la cabeza”, esta se queda hueca, sin contenido, sin sustancia y se vive en la frivolidad, en una superficialidad que puede llegar a ser dramática.