Si eres de aquellas que han llegado a los 40 años sin hacer habitualmente ejercicio físico, no todo está perdido, aún puedes empezar a desperezar los músculos y a sentirte como si tuvieras 20.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que los adultos, de entre 18 y 64 años, dediquen como mínimo 150 minutos semanales a la práctica de actividad física aeróbica de intensidad moderada o bien 75 minutos de actividad física aeróbica intensa, o también una combinación equivalente de actividades moderadas y vigorosas.
Está demostrado que un programa de actividad física protege de la pérdida de memoria; aquellos que padecen osteoporosis reducen el riesgo de caídas e incluso disminuyen el desarrollo de síndromes metabólicos, enfermedades cardíacas o diabetes. Para mejorar el sistema cardiorrespiratorio lo mejor son los ejercicios aeróbicos, bien en grupo o entrenar en cintas elípticas o bicicletas.
La duración debe ser al menos 30 minutos y la intensidad se puede controlar mediante la frecuencia cardiaca, adecuando el ritmo para conseguir los resultados sin riesgo de sobrepasar estos parámetros.
El aumento de la fuerza es una de las principales constantes que debe tener un programa de ejercicios. La movilidad articular es una de las partes más importantes del entrenamiento, tanto al comenzar la sesión en el calentamiento como al finalizar en los estiramientos. El entrenamiento denominado HIIT ha demostrado ser tremendamente eficaz, incluso en personas que empiezan a entrenar después de haber cumplido los 40 años.
Consiste en alternar períodos de esfuerzos de alta intensidad, normalmente trabajando cadenas cinéticas, con movimientos globales que involucren grandes grupos musculares, con períodos de recuperación.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que los adultos, de entre 18 y 64 años, dediquen como mínimo 150 minutos semanales a la práctica de actividad física aeróbica de intensidad moderada o bien 75 minutos de actividad física aeróbica intensa, o también una combinación equivalente de actividades moderadas y vigorosas.
Está demostrado que un programa de actividad física protege de la pérdida de memoria; aquellos que padecen osteoporosis reducen el riesgo de caídas e incluso disminuyen el desarrollo de síndromes metabólicos, enfermedades cardíacas o diabetes. Para mejorar el sistema cardiorrespiratorio lo mejor son los ejercicios aeróbicos, bien en grupo o entrenar en cintas elípticas o bicicletas.
La duración debe ser al menos 30 minutos y la intensidad se puede controlar mediante la frecuencia cardiaca, adecuando el ritmo para conseguir los resultados sin riesgo de sobrepasar estos parámetros.
El aumento de la fuerza es una de las principales constantes que debe tener un programa de ejercicios. La movilidad articular es una de las partes más importantes del entrenamiento, tanto al comenzar la sesión en el calentamiento como al finalizar en los estiramientos. El entrenamiento denominado HIIT ha demostrado ser tremendamente eficaz, incluso en personas que empiezan a entrenar después de haber cumplido los 40 años.
Consiste en alternar períodos de esfuerzos de alta intensidad, normalmente trabajando cadenas cinéticas, con movimientos globales que involucren grandes grupos musculares, con períodos de recuperación.