Cuando las mujeres dudan de
sí mismas

Muchas personas, sin saberlo, padecen del síndrome del impostor, trastorno psicológico que impide que las personas competentes asimilen sus logros

El síndrome también lo pueden desarrollar los hombres, pero más las mujeres

Redacción. “Aún hay días en los que me despierto con la sensación de ser un fraude, no estoy segura de que deba estar donde estoy”, ha confesado Sheryl Sandberg, la número dos de Facebook, directora de Operaciones de la compañía.

Así se siente y se vive el síndrome de la impostora, que lo sufren mujeres que creen que su éxito es por suerte, que no se lo merecen o que están ocupando el sitio de otro con más méritos.

Para superarlo no hay fórmula mágica, explica en entrevista Elisabeth Cadoche, coautora de “El síndrome de la impostora”.

Hay que ver qué tipo de mensaje recibiste cuando eras niña. Tienes que ver a las niñas chiquitas como capaces, decirles: puedes hacer lo que quieras, tienes que dejar de compararte con otras mujeres, dejar de complacer, lo más importante eres tú”.

“Conocerte mejor y ser bondadosa contigo misma y dejar de decirte en el espejo: tengo esta cara que no me gusta, soy fea, no soy capaz. Más que nada es con educación. Decirles a las niñas que todo es posible es el inicio del cambio”, señala la periodista francesa, quien escribió el libro junto con su compatriota, la terapeuta Anne de Montarlot.

El síndrome afecta más a las mujeres que a los hombres, explica Cadoche. “Hay estudios que dicen que 70 por ciento de la población ha tenido el síndrome por lo menos una vez en su vida, pero mientras 66 por ciento de las mujeres lo tienen, en los hombres es el 56 por ciento”.

Las autoras francesas identifican tres principales orígenes: histórico, social y familiar.

“Hemos vivido siglos de patriarcado. Las mujeres han sido criadas en la fragilidad, ‘el sexo débil’, incluso, aunque desde hace 50 años ha ido cambiando la percepción de las mujeres en la historia, de todas maneras esta educación nos ha afectado en el ADN, casi lo tenemos integrado en nuestro ADN”, manifiesta Cadoche.

El segundo origen es impuesto por la sociedad, que pide a las mujeres que sean hermosas, jóvenes, que tengan hijos, añade. Tienen toda esta exigencia del perfeccionismo en los hombros. Y esta imposibilidad e incapacidad de ser perfectas afecta y provoca ansiedad.

El tercer factor es la familia, que, por ejemplo, en la niñez tienes todos los ingredientes. En la familia hay amor condicional: ‘si haces esto, te quiero, si no haces esto, no te quiero’, y la gente de alrededor te dice: ‘no puedes hacer esto, no puedes hacer aquello’, y entonces estás creciendo con este peso de la infancia”.

Aunque los hombres también crecen con este amor condicionado y exigencias sociales, las mujeres sufren mayor presión de la sociedad.

¿Cómo puedes superar el síndrome del impostor? Reconoce y plasma por escrito tus sentimientos de “impostor” cuando surjan. Esto te ayudará a romper el ciclo de pensamientos negativos. Suele suceder que cuando los escribes, ves estos pensamientos desde otra perspectiva y puedes abstraerte de ellos.

Haz una lista de tus fortalezas. Llevar un registro de tus logros es una buena forma de recordarte que no eres un fraude o un farsante. Cuando te sientas ansiosa y mal contigo misma revisa tu lista.

No postergues. Dejar las cosas para después solo empeorará tus sentimientos de ineptitud. Enfrenta los problemas directamente y tacha los puntos de tu lista de pendientes. Primero aborda las tareas difíciles para que, una vez que las termines, tengas una sensación de logro y fortaleza.

Es importante enfrentar estos problemas, pero también puede ser positivo tener algo del síndrome del impostor: conservas tu humildad y te concentras en mejorar tus hábitos. Sin los efectos de este síndrome, puedes volverte megalómano y estar convencido de que eres infalible.