La vocación de consagrar su vida a la religión no les permite que se conviertan en mamás, pero ante los ojos de las niñas que crían y educan son las únicas madres que han conocido.
Seis religiosas franciscanas de la Purísima Concepción son las encargadas de cuidar a más de 50 niñas huérfanas en el hogar de niñas Amparo de San Antonio.
El hogar fue fundado el 8 de marzo de 1959 con el objeto de atender a pequeñas huérfanas, sin hogar y en riesgo social del sector occidental del país.
María Elena Montana, una de esas seis religiosas, se ha convertido en madre solidaria.
“No me arrepiento de haber escogido esta vida porque me siento muy feliz de poder ayudar a estas niñas que tanto necesitan apoyo”, relató la franciscana.
Montana es salvadoreña y lleva ya un año atendiendo a las niñas del hogar.
“Las niñas nos celebran este día como si fuéramos sus madres. En la escuela nos invitan a las celebraciones y ellas con gran alegría siempre nos regalan un recuerdito o una tarjeta”, relató.
Madres entregadas
Cada día, estas seis mujeres preparan a las menores para ir a la escuela. Hacen la primaria en la Escuela San Antonio. Estudian secundaria y diversificado en el Instituto Salesiano María Auxiliadora.
“Las hemos dividido en cuatro grupos. Las más pequeñas son las chicas. Las siguen las perlas, luego esmeraldas y por último las diamantes. Cada grupo tiene como encargada a una hermana que es la responsable del bienestar de las niñas”, explicó. Montana relató que las pequeñas, incluso teniendo sus padres, han corrido peligros dentro de sus familias, por lo que han sido acogidas con amor en el hogar.
“Son niñas que han sufrido mucho. Nos ha pasado que en las noches llegan a nuestros dormitorios y nos dicen ‘sor, no puedo dormir’, y es cuando debemos ver cómo les ayudamos”, narró.
La religiosa aseguró que con sus niñas han vivido momentos difíciles.
“Cuando las niñas se enferman, las cuidamos mucho, les damos medicinas o si es necesario las llevamos al hospital o a un médico privado. Inclusive hemos viajado a Guatemala para que una de las niñas recibiera atención especializada porque tenía problemas en el corazón”, indicó.
En el hogar Amparo de San Antonio hay al menos 55 niñas que pueden abandonar el centro luego de concluir sus estudios.
La educación en el centro asistencial es integral, ya que se mezcla la educación formal con la espiritual, impartida por las franciscanas.