Premiar a los hijos, un arma de doble filo

Hacer de la premiación una costumbre no es lo más recomendable para ellos, pues el conocer y aprender no es un premio, sino una obligación.

No existe un momento perfecto para premiar a los hijos por un logro o para castigarlos ante una falla, ya que en lugar de hacerles un bien, puede ser contraproducente para todos.

Un simple castigo nunca es buena opción ante un mal comportamiento o una falla, así lo explica la psicóloga escolar Josefina Mercado Méndez.

“Lo primero que debemos hacer es cuestionarlo para averiguar el porqué de su comportamiento, para que él mismo se responsabilice de su conducta. El castigo en ese sentido sería que él asumiera las consecuencias, por ejemplo, si no hizo la tarea, entonces tendrá el doble de trabajo, porque tendrá que hacer la tarea que le faltó y la de hoy, lo que significa que deberá sacrificar su horario para ver tele o salir a jugar”.

Estos serían los castigos adecuados, pero primero el niño debe aceptar su responsabilidad y que cometió un error, para que él mismo proponga y los padres decidan lo que se hará y deberán revisar que el castigo se cumpla. En el caso de las negociaciones hay cosas que no deben ponerse a discusión como cuando se trata del orden, la autoridad y la disciplina.

“Se pueden negociar los horarios y las actividades, pero siempre dentro del marco de la disciplina de la organización”. “Si como padres empezamos a usar los premios, los niños van a terminar sintiéndose como que están haciendo un favor, y esto no es así, el premio es para sí mismo, para que él aprenda y se sienta bien consigo mismo”.

Hacer de la premiación una costumbre no es lo más recomendable para ellos, pues el conocer y aprender no es un premio, sino una obligación.“Basta con felicitarlos y preguntarles si se sintieron bien ante ese logro, y cómo fue que lo consiguieron, pero no darles un premio.

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Los premios y los castigos se dan cuando se quiere reforzar una conducta, pero a largo plazo no son eficientes; si como padre empieza a regalarle una paleta, al final va a tener que regalar un carro”.De igual manera pasa con los castigos, ya que con estos, el niño se vuelve resistente, y aunque vayan aumentando de intensidad, ya no tendrán el mismo efecto.

“Las negociaciones son buenas y la mejor opción, siempre y cuando no se negocie la autoridad, los valores o la disciplina, porque los hijos necesitan límites, mano firme, y a veces nos olvidamos de eso y queremos que nos vean como buenos padres, no queremos hacerlos sufrir, ni que lloren, pero los niños necesitan eso para ser buenas personas”.

Consejos. Elogiar a los hijos es la mejor opción, eso sí, sabiendo que también hay límites, según los psicólogos. Consiste en demostrarle con palabras que su actitud o comportamiento son correctos. Para que el elogio sea una forma óptima de premiar a los niños debe cumplir con las siguientes características:

Evite exagerar en el elogio. Si solo ha cumplido con algo que era su obligación, como la tarea de la escuela, basta con un “bien hecho”. Exagerar lo confundirá respecto a cuáles son sus obligaciones.

Describir con claridad la acción que se elogia. Por ejemplo, “has sacado el mejor promedio de tu clase”. De esta forma premiar a tu hijo sirve para que él vea que realmente le pones atención. Además, lo motivas a mejorar en los aspectos que no han sido premiados hasta ahora.

No es un sustituto. A su hijo le sirve de muy poco una caricia solo cuando hace algo bien. Necesitan de su cariño constante, así que este no debería estar limitado solo al momento de premiar. Por último, evite que se convenza que es incapaz de hacer algo. Premiarlo cuando ha hecho su mejor intento aunque no haya obtenido el resultado deseado puede ayudarle a tener más confianza en sí mismo.

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