Familia y Hogar
El enojo es un estado emocional que varía en intensidad. Varía desde una irritación leve hasta una furia e ira intensa. Como otras emociones, está acompañada de cambios psicológicos y biológicos.
Cuando te enojas, tu frecuencia cardíaca y presión arterial se elevan y lo mismo sucede con su nivel de hormonas de energía, adrenalina y noradrenalina.
Algunas personas parecen ser más propensas a la ira. Estas son algunas maneras de manejar su ira. Puedes probar una o combinar algunas de ellas:
Pon atención a qué desencadena su ira, cambia tu forma de pensar, encuentra maneras de relajarte, tómate un momento para calmarte, trabaja para resolver los problemas y aprende a comunicarse.
Si crees que necesitas más ayuda para lidiar con tu ira, busca una clase o una asesoría para manejar la ira, o habla con un terapeuta que se especialice en este tema.
El psicoanalista Alejandro Tamez Morales afirma que junto a la felicidad, la tristeza, el miedo y el deseo, el enojo es una emoción primaria del ser humano.
”Surge como un efecto natural y básico del cuerpo para defenderse y, si es necesario, atacar; cuando aparece provoca ciertos efectos en el cuerpo que son naturales”, comenta.
Teófilo Garza Elizondo, profesor del Departamento de Medicina Familiar del Hospital Universitario de México, considera que la ira no es mala y es como cualquier otro sentimiento.
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”Es energía, la energía por sí misma no es buena o mala, el cómo la usamos o lo que nos motiva a hacer es lo que puede ser considerado útil o no, destructivo o constructivo”, afirma.
Garza Elizondo comparte que se reconocen dos grandes teorías de por qué los hombres reportan niveles más elevados de agresividad que las mujeres.
Una es la biológica, debido a los altos niveles de testosterona, la presencia de ciertos cromosomas asociados a la agresividad y de zonas neurológicas que al ser estimuladas desencadenan crisis de agresividad.
La otra es sociocultural, en la que existen reportes de que la expresión de la agresividad se asocia a la estructura sociofamiliar de la persona y depende, entre varios factores, de la posición jerárquica de ésta, afirma.
”Dice un autor que no existe un ‘monstruo’ de 3 años sin una persona con autoridad en esa familia que lo o la sostenga en sus hombros y lo o la haga sentir con más autoridad que el otro progenitor”, expresa.
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